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miércoles, 18 de noviembre de 2015

El camino al trabajo

Durante estos años en Suzhou y Shanghai he utilizado muchos medios de transporte para ir a trabajar. Metro, bus, coche, coche de San Fernando (un rato a pie y otro andando)... De mis viajes en autobús incluso hablé una vez.

Desde diciembre del año pasado hasta septiembre tuve una habitación alquilada en Shanghai, pero cuando venció el contrato no busqué otro piso. Así que llevo desde octubre trabajando en Shanghai y viviendo en Suzhou. Me toca coger el tren todos los días dos veces, una de ida y una de vuelta.

Lo estoy llevando mejor de lo que pensaba. El viaje en sí no es tan pesado. "Solo" es una hora y media (en cada sentido), que si te pones a pensarlo es prácticamente lo mismo que tardan en llegar a la oficina mis compañeras chinas que viven en Pudong (barrio de Shanghai). Además, como ahora tengo Kindle puedo leer en el tren.

Qué bien viene el Kindle y qué poco ocupa en el bolso.

 Salgo de casa a las 8. C. me lleva en coche a la estación de tren, que está a unos 10 minutos. El tren sale a las 8:28 pero es mejor llegar un poco antes. Además, tengo una tarjeta especial en la que se recarga dinero y no es necesario comprar el billete con antelación, pero solo dejan entrar a unas cuantas personas con esta tarjeta así que mejor llegar temprano. (¿Recordáis esta entrada? Resulta que sí hay una manera con la que te evitas comprar los billetes, pero solo sirve para los trenes entre Shanghai y Nanjing. No sirve para Shanghai Hongqiao - Nanjing Nan, por ejemplo. Te sale por el mismo precio pero no tienes asiento, así que es un poco timo. Es útil para poder subir al tren cuando no quedan billetes).

En el andén.
  
En el tren me quedo de pie en el pasillo, o me siento si hay algún asiento libre. Últimamente no hay ninguno, grrrr. Me revisan el billete o la tarjeta cuatro veces: al entrar en la estación, al entrar al andén, dentro del tren, y al salir de la estación. Si alguien consigue colarse debe ser un auténtico profesional. El viaje dura unos 30 minutos.

El tren.

 Suelo quedarme en el primer o segundo vagón porque son los que quedan más cerca de la salida. Cuando el tren llega a Shanghai hay que salir a paso ligero y llegar de los primeros a la salida, para que no te pille el mogollón. A la salida también hay compuertas en las que tienes que introducir/enseñar tu billete.

Luego tengo aproximadamente media hora de metro en Shanghai. La línea 1 siempre va petada, pero sobre las 9:05 llega un tren vacío. ¡Bien! Las abuelas echan a correr para no quedarse sin asiento. Después me toca cambiar de línea en People's Square, que es la estación más grande y con más gente de todo Shanghai. Últimamente hay menos gente, ¿es que entran a trabajar más temprano o más tarde en noviembre? Me dan ganas de dar collejas a todos los que van viendo películas en el móvil mientras cambian de línea.

Ya no hay tanta gente como hace un mes.

 Desde la salida del metro solo tengo que cruzar la calle y ya llego al edificio de mi oficina. Ficho sobre las 9:30.

Por la tarde, el mismo camino pero a la inversa. Y cuando el tren llega a Suzhou, si está lloviendo, la azafata dice por megafonía: "El suelo está mojado, cuidado no se resbalen al salir". ¿Es que China es como Estados Unidos, y si alguien se resbala en el andén puede demandar a la compañía de ferrocarriles?

Y este es mi viaje diario. Hasta enero, cuando en teoría empezaré a trabajar desde casa.

miércoles, 25 de febrero de 2015

Tianshui, provincia de Gansu

Lo mejor es no viajar por China cuando son vacaciones oficiales, pero si no queda más remedio (por ejemplo, porque son las únicas vacaciones que tienes), se dice que es mejor hacerlo durante el Año Nuevo Chino que durante la semana de octubre. En el Año Nuevo Chino hay mucho movimiento de gente en la carretera pero en teoría los sitios turísticos no están muy llenos porque todo el mundo está en casa con la familia. Esta teoría se comprobó totalmente falsa hace un par de años cuando fuimos a Xiamen y estaba hasta la bandera.

Este año hemos tenido "suerte" y nos hemos ahorrado las apreturas. ¡Pero a qué precio! Hace unos meses, cuando empezamos a pensar a dónde ir por vacaciones, los billetes de avión al extranjero estaban a precios ridículos (era casi más caro ir a Myanmar o a Japón que a España). Empezamos a contemplar la idea de viajar por China, pero tenía que ser un sitio no muy turístico o aquello sería probablemente Xiamen II. A C. se le ocurrió que podíamos ir a Tianshui, provincia de Gansu, donde vive un antiguo compañero suyo de la universidad. Yo nunca había ido a Gansu así que me pareció bien. Encontramos billetes a Xi'an por la friolera de 2.000 yuanes con Spring Airlines. Bueno, una vez al año no hace daño. Investigamos y vemos que del aeropuerto de Xi'an a Tianshui hay un autobús que tarda 4 horas. Ya está todo más o menos planeado.



Salimos de Suzhou el día de año nuevo a las 4 de la mañana para ir al aeropuerto de Hongqiao. Todo estaba bastante vacío, a nadie se le ocurre viajar el día de año nuevo, todos los que tenían que volver a casa han vuelto ya. El avión sale puntual, cosa bastante rara. Llegamos a buena hora a Xi'an y vamos a comprar los billetes de autobús. Que no hay autobús. ¿Cómo que no hay autobús, si en internet ponía que sí? Ay, es que hoy es año nuevo y no nos apetece que haya autobús. Búscate la vida. Afortunadamente hay un mostrador de compra de billetes de tren en el mismo aeropuerto. Son las 10.15. A las 11.25 sale el último tren a Tianshui desde la estación del centro de Xi'an. ¿Cuánto se tarda en llegara  la estación desde el aeropuerto? Unos 50 minutos. Cruzamos los dedos y nos montamos en un taxi.

Como es el día de año nuevo no hay mucho tráfico. Llegamos a tiempo a la estación y nos montamos en el tren. ¡Qué alivio! La primera parada es Xiangyang, la ciudad donde está el aeropuerto de Xi'an. Si tengo delante a la que vende los billetes de tren me la cargo. ¿Por qué no me dijiste que el tren paraba en la misma ciudad del aeropuerto, criatura? Me imagino su respuesta: "Es que no preguntaste, tú me dijiste Xi'an directamente". Esta es la atención al turista made in China.
¡Había asientos libres en el tren! Lo nunca visto, señores.

¿Y qué hay para ver en Tianshui? La estrella de la zona es la montaña Maiji, en la que hay excavados unos cuantos budas. Los de Tianshui se hinchan como un pavo e incluyen a la montaña Maiji entre los "cuatro sitios de esculturas budistas en China" junto con Luoyang, Datong y Dunhuang, pero la verdad es que Maiji es la hermanita pequeña de las otras tres. Aun así, merece la pena. Pero ya hablaré de las cuevas en la próxima entrada.

Tianshui es una ciudad rara. Tiene millón y medio de habitantes pero ya sabemos que esto en China no quiere decir nada. Tianshui es un pueblo grande y muy alargado, encajonado entre dos montañas. La estación de tren está en un distrito y el centro de la ciudad en otro distrito. Para ir de un distrito a otro hay que recorrer casi 20 kilómetros en una autovía. Por el medio hay campo. Pero se considera una ciudad todo ello. 

En Tianshui hay la típica calle peatonal con tiendas, la plaza grande donde se va de paseo los domingos, y un puñado de templos repartidos por la ciudad y las montañas cercanas. No hay mucho que comer. La especialidad son una especie de tallarines planos con salsa picante y en frío. Aparte, hay los típicos tallarines con ternera de Lanzhou (capital de Gansu). Ah, y esta cacerola que según el amigo de C. es oriunda de Tianshui. Yo no la puedo probar porque el día anterior no sé qué comí que me puse malísima y me pasé la noche en el wc.



Los dos primeros días nos cuesta horrores encontrar un sitio para comer. Todas las tiendas y todos los restaurantes estaban cerrados. No había nadie por la calle. Nos vamos al templo principal (templo de Fuyi) a ponerle unas velitas al santo.



Por las noches el amigo de C. nos saca de paseo con sus amigos. Un día vamos a un sitio que parece ser que únicamente existe en esta zona: un bar-restaurante-barbacoa-karaoke. Es como un karaoke normal pero en vez de sofá tiene una mesa alta con taburetes y puedes cantar mientras comes pinchitos y otros platos. Que sí, que en muchos karaokes también te ponen comida, pero esto no era igual. Se llama 火吧 huoba




lunes, 9 de febrero de 2015

¡Que viene, que viene!

El Año Nuevo Chino ya casi está aquí. ¿Que cómo lo sé? No es porque tenga un calendario (que también). Hay ciertos indicios que me han hecho llegar a esa conclusión.

- El martes pasado bajé a comprar el desayuno de todos los días (un mantou o bollo al vapor) y la tiendecita debajo de mi casa donde lo compro todos los días estaba cerrada. Así, sin más explicación, ni cartelito, ni leches. Le faltó poner un "que os zurzan, me voy a mi pueblo", La dueña es una señora de mediana edad que ya me conoce y por supuesto me ha interrogado sobre mi vida. Pues a la vuelta la interrogo yo sobre sus vacaciones, ea.
(Nota para no iniciados: una gran parte de las personas que viven y trabajan en las grandes ciudades chinas no son originarias de allí y durante las fiestas de año nuevo chino vuelven en tromba a sus pueblos de origen, creando la mayor migración tempormasiva del mundo. El año pasado lo expliqué un poco).

- Las dos últimas veces que he ido a la estación de trenes de Shanghai había cosas nuevas: barricadas, vallas formando caminitos para hacer cola en la entrada, antidisturbios organizando el cotarro, más gente de lo normal con fardos enormes y durmiendo en el suelo hasta que sale su tren... ¡sí, definitivamente es la vuelta a casa!

- También las dos últimas veces que he pasado por la estación de metro de People's Square (la más céntrica de Shanghai) he visto a un pelotón de soldados haciendo el paseíllo. Teniendo en cuenta que paso por allí una vez a la semana, y los he visto dos veces... podemos concluir que están allí a tiempo completo. Vigilando. O algo.

- Y esta mañana he visto la prueba definitiva: en la estación de tren de Shanghai hay tres líneas de metro y están conectadas por un pasillo muy ancho y bastante largo en el que hay por lo menos 200 tiendecitas. Una detrás de otra, en los dos lados: de ropa, de periódicos, de juguetes, de móviles... Bueno, pues esta mañana cuando he pasado por allí, ¡estaban todas cerradas! Lo nunca visto.

Si el pasillo no estuviera lleno de gente me habría dado bastante miedo cruzarlo sola con todas las tiendas cerradas.

¿Y qué es ese papel que se ve pegado en la esquina superior de la puerta? Es algo que se hace en todos los negocios cuando se cierra el tinglado durante la semana del año nuevo chino. En mi antigua empresa también lo ponían en todas las puertas y ventanas. Es un papel con la fecha en que queda "sellado" el local y según mi ex-compañera Elaine, con ese papel pegado los ladrones no se atreven a entrar (no estoy yo muy segura).


jueves, 8 de enero de 2015

Más difícil todavía

Últimamente me han pasado varias cosas que me han llevado a pensar que China está haciendo todo lo posible para complicarle la vida al máximo a la gente, sobre todo a los extranjeros. ¿Lo harán a propósito? Voy a ser buena y voy a pensar que no, que debe ser por motivos de seguridad, o algo.

Las dificultades comenzaron hace ya un par de años, cuando se decidió que para comprar un billete de tren había que hacerlo mediante presentación del carnet de identidad para los ciudadanos chinos y pasaporte para los ciudadanos extranjeros. Esto en principio no debería suponer ningún problema, si exceptuamos el pequeño detalle de que las máquinas de venta automática de billetes solo aceptan el carnet de identidad chino, así que los pobres extranjeros se tienen que poner a la cola de la ventanilla sí o sí. Y cualquiera que haya estado en China sabe que el vestíbulo de venta de billetes de una estación china se parece más a esa escena de Mary Poppins en la que la gente cree que el banco ha quebrado y va a reclamar sus ahorros, que a otra cosa. Vivan las colas interminables y el señor que se cuela porque "solo quiere preguntar una cosita".

Como ahora vivo en Shanghai durante la semana y los findes vuelvo a Suzhou, cada semana me toca ir a comprar billetes de tren, De pronto recordé que en ctrip se pueden comprar billetes de tren por internet. ¡Albricias! Hace un par de semanas compré uno sin problemas.

Pero mi cuenta de alipay (como paypal pero chino) no tenía mucho dinero y me dispuse a recargar. ¡Ingenua de mí! Resulta que, no sé desde cuando, hay una nueva norma que exige que el propietario de una cuenta de alipay verifique su identidad. Si no verificas, no puedes recargar dinero (y por tanto no puedes comprar nada). ¿Y cómo se verifica? Pues primero tienes que mandar una foto de la página de datos de tu pasaporte, la página del visado y la página donde esté el último sello de entrada al país. Luego tienes que vincular tu cuenta de alipay con una cuenta corriente de un banco chino. A los dos días alipay te hace una transferencia de una pequeña cantidad. Cuando la recibes, vuelves a la página de alipay e introduces la cantidad que has recibido. Después de eso (durante este tiempo alguien en alipay habrá comprobado que efectivamente has mandado copia de tu pasaporte y no una foto del Pato Donald) tu cuenta ya está verificada y puedes empezar a recargar y comprar por internet.

Pero recordaréis que yo quería recargar dinero en alipay para poder comprar billetes de tren online. Hace un par de días abrí tan contenta la web de ctrip, busqué mi tren, elegí mi billete, y a la hora de pagar... QUE NO. ¡¡Que ahora para comprar billetes de tren por internet tienes que hacerte una cuenta en la web oficial de los ferrocarriles chinos y verificar tu identidad!! ¡¡AAAAAAH!! Así que mandé a ctrip a hacer gárgaras y fui a una oficina de venta de billetes, donde por una módica comisión de 5 yuanes pude por fin comprarlo.

Ah, y lo mejor: aunque por un milagro divino consigas comprar un billete de tren online, todavía tienes que ir a que te impriman tu billete en papel. Si decides ir a la estación de tren, tendrás que ponerte a la cola de la ventanilla. Así que comprar el billete por internet solo sirve para asegurarte de que no te vas a quedar sin billete.

Billete de tren chino, más complicado de conseguir que el Santo Grial.


El colmo de los colmos me pasó el otro día. La de recursos humanos de mi nueva empresa me mandó una invitación para unirme a un grupo de Wechat. Un grupo de Wechat es como un grupo de Whatsapp, un sitio donde solo se dicen tonterías. Pues bien, para poder unirme al grupo de Wechat... tuve que vincular mi cuenta de Wechat con una tarjeta de débito de un banco chino!!! No me preguntéis por qué, porque no tengo ni idea. Y encima, una de mis tarjetas fue rechazada sin darme ninguna explicación. ¿Quizás porque era de un banco de Suzhou y yo en ese momento estaba en Shanghai? Me creo cualquier cosa.

Y por último, hoy en la oficina un compañero brasileño estaba intentando configurar el acceso a su banco online. Para ello tenía que crearse un usuario y escribir su nombre real, que es el que figura como titular de la cuenta del banco. Pues no ha podido hacerlo porque... su nombre es demasiado largo y no cabe en el espacio que dan en la página web. ¡Chan chan! Cierto es que tiene un nombre larguísimo, como de telenovela, pero el banco chino ya podía prever que los extranjeros tienen nombres más largos que los chinos.

lunes, 8 de diciembre de 2014

El tren-museo

Me hacía ilusión ir en tren a Luoyang en vez de en avión. Hacía tiempo que no viajaba en tren en China, si exceptuamos los trenes de alta velocidad. Pero eso no cuenta, cuando digo viajar en tren por China me refiero a pasar un buen puñado de horas en el tren, dormir allí, llevarse una bolsa cargada de comida donde los tallarines instantáneos no pueden faltar, etc. Creo que hacía unos 5 años que no iba en tren cama.

Nuestro tren era el K2666, cuya ruta completa es Suzhou - Linfen, realizada en 25 horas y 17 minutos. Linfen es famosa por ser la ciudad más contaminada del mundo. Os han entrado ganas de ir, ¿verdad? Nuestro recorrido, desde Suzhou hasta Luoyang, debía ser en teoría de 16 horas y 23 minutos pero se retrasó un poco y tardamos algo más. La letra en el nombre del tren indica la velocidad: G es el tren de alta velocidad y K es el más lento, aunque la K viene de 快 kuai, rápido.

Que no falte la siempre socorrida foto de la estación de tren. Estaba bastante vacía, en las vacaciones del Año Nuevo Chino es la locura total.

En el tren cama se puede elegir entre "cama dura" y "cama blanda". La cama dura es una litera de tres pisos, en un vagón corrido sin puertas en los distintos compartimentos. La cama blanda es una litera de dos pisos en una habitación para cuatro personas con puerta que se puede cerrar para más intimidad. Los precios varían según qué litera escojas: el piso de abajo es más caro porque te puedes sentar durante el rato que no quieras estar acostado. Como inconveniente, tu vecino de arriba probablemente se sentará también en tu cama. 
Otro detalle: en teoría la cama blanda es, como su propio nombre indica, más blanda que la cama dura. Sin embargo no siempre es así, como en el tren a Luoyang.

Cama dura: literas de tres pisos con cero privacidad.

Normalmente yo solía viajar en cama dura en mis años mozos. En este viaje elegimos cama blanda porque C. nunca había viajado en tren cama (al menos que recuerde) y estaba bastante acongojado. Así que para no asustarle más accedí a viajar en cama blanda, que evidentemente es más cara. Así que viajamos en un compartimento con solo dos señoras más y a puerta cerrada. Pero las camas, blandas, lo que se dice blandas, no eran. De hecho eran iguales que las duras: colchonetilla sobre tabla. Da igual, dormimos como benditos.

Nuestra habitación.
Por la foto anterior habréis deducido que no se trataba de un tren de última generación. Pues todavía no habéis visto lo mejor: el vagón restaurante. ¡Bienvenidos a los años 50!



Aunque habíamos llevado tallarines instantáneos para la cena, decidimos probar la comida del vagón restaurante (los tallarines instantáneos son el demonio, por si no lo sabíais. Tienen 500 calorías y el 100% de la dosis diaria recomendada de sal). C. fue al restaurante a pedir la cena para llevar y nos la comimos en la habitación, justo antes de que subieran en Nanjing nuestras compañeras de cuarto.

¡Estaba mejor de lo que esperaba! Totalmente comestible.

A la mañana siguiente, después de varias paradas, frenazos y traqueteos llegamos a Luoyang. Y lo que pasó después ya lo sabéis.

domingo, 23 de febrero de 2014

Viaje al pasado I: Datong, Pingyao y Xi'an

Como esta semana no tengo nada reseñable que contar he pensado escribir una serie de entradas sobre los viajes por China de los que no he hablado en el blog. El invitado de hoy es uno de los primeros viajes que hice por China: Datong, Pingyao y Xi'an, en enero de 2008. Fuimos en tren, saliendo desde Beijing. Era la primera vez que yo viajaba en plan mochilero.
1=Datong, 2=Pingyao, 3=Xi'an. Más o menos.

El viaje no empezó muy bien. Primero, para comprar los billetes de tren tuve que hacer cola en la calle a 7 grados bajo cero durante una hora (era justo antes del Año Nuevo Chino). Segundo, el día de la partida, al llegar a la estación de tren, comprobamos con horror que nos habíamos equivocado de estación. ¡Pero quién les mandará construir varias estaciones de tren en la misma ciudad! Llegamos a la estación correcta dos minutos después de la hora de salida del tren marcada en el billete. Afortunadamente el tren se retrasó dos horas. Es la única vez que yo he visto que se haya retrasado un tren en China. Al lado de la definición de potra en el diccionario hay una foto nuestra.

El tren Beijing-Datong fueron 8 interminables horas de estar sentados en asientos duros como tablas y apretujados como sardinas en lata. Recuerdo a la gente hablando en un dialecto extraño del que no se entendía nada y a un niño que tenía las orejas muy cochinas, negras de mugre. Cuando llegamos a Datong ya era de noche y estaba nevando. Nos quedamos en un hotel al lado de la estación. No había reservado hostal por anticipado, cosa rara en mí, fanática de la planificación.

Al día siguiente contratamos un taxista para que nos llevara a ver lo más destacado de la zona: las cuevas budistas de Yungang y el monasterio colgante, a unos cuantos kilómetros de la ciudad.
Al llegar a las cuevas nos dimos cuenta de que, otra vez, habíamos tenido una suerte increíble. No había nadie, probablemente debido a que hacía muchos grados bajo cero. Teníamos las cuevas para nosotros. Esto de ir a un sitio turístico y que no haya nadie es algo que no se ha vuelto a repetir en mis años en China. Definitivamente, aquellos días los planetas estaban alineados o algo.

Las cuevas budistas de Yungang son, todavía, seis años después, probablemente el sitio más chulo que yo haya visto en China. Gracias al curso de historia china que estoy haciendo en EdX, ahora sé que se construyeron durante los siglos V y VI y que fueron la forma del gobierno de pedir perdón por haber intentando eliminar el budismo de China (intento que, por cierto, se volvería a repetir varias veces en siglos posteriores). La wikipedia dice que allí hay en total más de 50.000 figuras esculpidas en la roca.





El templo colgante también es un sitio increíble y también lo tuvimos para nosotros solos.

Construido en una pared totalmente vertical dios sabe cómo. Todo de madera, el suelo crujía que daba gusto.
No sé cómo no nos despeñamos.


Estos días la temperatura máxima era 7 u 8 grados bajo cero. Lo sé porque le hicimos fotos al cartel con la previsión meteorológica en la recepción del hotel.
Eso de ahí atrás es una cascada congelada.
Aparte de estas dos cosas la ciudad de Datong no tenía nada más que ver, de hecho la recuerdo como una ciudad bastante fea y anodina. Así que nos fuimos a la siguiente parada: Pingyao, previa parada y fonda en Taiyuan ya que no había billetes para Pingyao.

Pingyao es una ciudad que data de las dinastías Ming y Qing e inexplicablemente ha conseguido sobrevivir bastante intacta. Ahora es el escenario de muchas series y películas de época. La parte antigua de la ciudad no es muy grande y la vimos en un día, montados en una bicicletas que nos prestaron. Recuerdo que mientras estaba montada en la bicicleta pasé a unos 10 metros de un niño cagando en la calle, que al verme empezó a chillar HALLO y a saludarme con la mano.

Revisando las fotos del viaje, en verdad casi no tengo ninguna de Pingyao. Tengo que volver.

La tercera parada en el viaje fue Xi'an, ciudad mundialmente conocida por los guerreros de terracotta. Sin embargo, he de confesar que al ver los guerreros me quedé más o menos igual. Quizás porque en la ciudad, y en toda China en realidad, por todas partes puedes ver copias de los guerreros en las puertas de hoteles o restaurantes. Sí, en el yacimiento de Xi'an hay muchos, pero no sé, no me impresionaron tanto como esperaba.

De Xi'an recuerdo que me gustó mucho la ciudad, sobre todo el animado barrio musulmán y un parque con pagodas que se llamaba algo del ganso salvaje. Andar por la muralla también estuvo entretenido. Se puede dar la vuelta completa al centro histórico de la ciudad andando por encima de la muralla (la que se puede ver actualmente se empezó a construir en 1370 y tiene un perímetro de casi 14 kilómetros). También me acuerdo que el hostel donde nos quedamos era muy barato (20 yuanes por noche, cama en habitación para cuatro) y que hicieron una fiesta de hacer dumplings donde participaron todos los hospedados y que luego nos comimos, a pesar de su lamentable aspecto. La masa y el relleno lo habían hecho las cocineras, nosotros solo tuvimos que montar la empanadilla, pero conseguir que un dumpling se quede pegado es una de las tareas más difíciles a las que me he tenido que enfrentar en mi vida.
Estos dumplings tan patéticos seguro que los hice yo.
¿La torre del tambor? ¿O quizás la de la campana? Las dos están en el centro de Xi'an.
La pagoda del ganso salvaje.
Desde Xi'an volvimos a Beijing en el tren nocturno. No sé ni cómo conseguimos billetes. La estación estaba a reventar de gente, las colas llenaban toda la plaza. Esa fue la primera vez en mi vida que yo dije la famosa frase de "No vuelvo a viajar por China durante el año nuevo chino".