Mostrando entradas con la etiqueta hot pot. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta hot pot. Mostrar todas las entradas

jueves, 18 de julio de 2019

Primera salida sin bebé

Ayer fui a cenar con unas amigas y a Baby A. lo dejé con la abuela. Era la primera vez que salía sin el niño. ¡La primera vez que podía comer tranquilamente en un restaurante en todo lo que va de año! Fuimos a un restaurante de hot pot muy cuqui que es bastante popular (y carete, salimos a 250 yuanes por persona pero pedimos mucho pescado y marisco).
Yo del picante no comí, si es que se te duerme la boca con eso.

Uno de los platos estrella: las "piruletas" de marisco. El resto del marisco era sin procesar.


A mis dos amigas les gusta hacer fotos y actualizar sus Momentos de WeChat (como Facebook e Instagram todo en uno) pero es que una tiene obsesión y cada vez que quedamos tiene que hacer foto de cada plato antes de comer. También nos sacamos varios selfis y no los cuelga antes de retocarlos durante media hora por lo menos. Bueno, eso era antes, ahora tiene una aplicación que te retoca automáticamente y ya casi no tiene que hacer ella nada. Atención al resultado:


Analicemos la foto: nos ha puesto más blancas, nos ha maquillado, nos ha afilado y torcido la barbilla, y a mi amiga le ha borrado la nariz (o quizás esto lo hizo ella misma, no sé). A mí me parece que damos miedo (sobre todo ella) pero ella dice que estamos guapísimas (¿?). Debe ser la diferencia cultural en cuestiones estéticas.
Selfi sin retocar (creo). Así estamos mucho mejor.


De camino al restaurante saqué esta foto. No me quiero emocionar pero... ¿tendremos por fin unos días de descanso de la mierda de la contaminación? ¡¡Que ya toca!!

viernes, 2 de enero de 2015

La llegada de 2015


Pues ya está aquí 2015. A ver cuánto tardo en acostumbrarme a poner el año que toca cuando escribo una fecha.

Para la cena de Nochevieja fuimos a un hot pot con nuestros vecinos Pan Pan y Hua Hua. Pan Pan fue directamente desde su oficina y llegó el primero, así que pidió antes de que nosotros llegáramos. Lo que les gusta a los chinos echarle vísceras al caldero. El camarero empezó a traer cerebro e intestinos de cerdo, estómago de pollo, pies y sangre coagulada de pato, estómago de vaca... "¿Has pedido todas las guarrerías que había en el menú, o qué?", le dije. "No, mira, todavía hay muchas más cosas raras". Pues menos mal. La próxima vez espero llegar yo la primera.

Tras la cena nos tomamos las uvas en casa con el vídeo de las campanadas del año pasado. La incombustible Anne Igartiburu y dos señores que no sé quiénes eran. Afuera tiraron un par de petardos y poco más. Lo gordo vendrá en el año nuevo chino.

Ayer también salimos a cenar con los vecinos (veo que vamos a engordar bastante en el nuevo piso). El restaurante estaba en el centro comercial más popular de Suzhou y había que esperar una hora hasta que nos dieran nuestra mesa, así que para hacer tiempo nos fuimos a los recreativos.

Preparados para darlo todo con los tambores.

Los juegos de matar bichos a porrazos cansan un montón.

Esto es lo más parecido a un casino (legal) que se puede encontrar en China.

En estos recres, aparte de las maquinitas de jugar también había muchas máquinas de esas con un gancho para coger peluches. C. estaba empeñado en pillar un perro cabezón pero no hubo suerte. En cambio, el oso este lo sacó a la primera.



Y después de los recres por fin llegó la hora de la cena. Más carne, pero esta vez no fueron vísceras.


¿Qué tal habéis empezado vosotros el año?

martes, 23 de septiembre de 2014

Cosas a las que terminas acostumbrándote en China

¡Pues ya estoy de vuelta en Suzhou! Creo que ya se me ha pasado el jet lag y ahora tengo que ir mentalizándome para empezar a buscar trabajo, aunque no creo que empiece en serio hasta que no vuelva de Taiwan (nos vamos allí del 1 al 7 de octubre). Y llevo unos días pensando en cosas a las que terminas acostumbrándote cuando vives en China. Como por ejemplo...

- Comer arroz todos los días. 
Cada vez que vuelvo a España mucha gente me pregunta: "¿No te aburres de comer arroz todos los días?". La verdad es que ni lo pienso. Simplemente, si comes comida china tiene que estar acompañada de un bol de arroz, de lo contrario te sientes raro. Yo no llego al extremo de algunos chinos, que dicen que si no comen arroz es como si no hubieran comido, pero para acompañar está bien, sobre todo cuando te ponen muchos platos con salsas aceitosas.
También es cierto que en muchos restaurantes medio finos el arroz ya se ve como algo vulgar; en ese tipo de sitios se come sin arroz y tampoco pasa nada (aunque seguro que muchos chinos tradicionales dicen que se quedan con hambre y piden un bol de arroz para rematar la faena).

- La comida picante.
Recuerdo la primera vez que compré un pinchito de carne en un puesto callejero, en mi primera semana en Beijing. Estaba cubierto de un polvillo rojo muy curioso y cuando le di el primer mordisco me salió fuego por la boca. ¿Pero cómo se podían comer eso tan tranquilos? ¡Si picaba como un demonio! Con la ayuda del pollo Gongbao y de la comida coreana fui acostumbrando el paladar a la comida picante y ahora ya puedo con casi todo. Me sigue dando respeto cuando te traen el típico plato de Sichuan en el que solo se ve rojo y sudo por las patillas mientras me lo como, pero me gusta.

El hot pot picante y el no picante.

- Beber agua caliente o del tiempo.
Los españoles están acostumbrados a beber agua de la nevera y se quedan ojipláticos cuando van a un restaurante en China y les ponen un vaso de agua humeante (sin té ni nada). Al principio a mí también me daba fatiga, beber agua caliente a palo seco es demasiado raro, pero después de un tiempo me acostumbré. Ahora soy incapaz de beber agua de la nevera, me duelen los dientes y todo. La prefiero del tiempo, aunque sea verano.

- Las preguntas personales.
La primera vez que un taxista pekinés te pregunta cuánto gana tu padre (la pregunta original era cuánto ganaba yo, pero en aquel momento yo no trabajaba) la situación te parece un poco violenta. Pero será cotilla este hombre, ¿a él qué le importa? Ocho años después, cuando el vigilante de tu residencial te pregunta que cuándo te vas a casar y a comprar un piso, que ya tienes una edad, sonríes y dices "Ya veremos". Qué vas a hacer, ellos son así y así seguirán, nunca cambiarán.

Estos niños se acaban de enterar de que todavía no me he casado.


- Salir a la calle en pijama.
Esto no lo vi apenas en Beijing, así que cuando me mudé a Shanghai me sorprendió ver a tanta gente por la calle en pijama. ¿Pero estos no eran los más glamourosos de China? ¡Pues vaya timo! ¿Cómo se atreven a salir así? He de confesar que en la actualidad paseo a Nico en pijama todas las noches (en mi defensa he de decir que no es un pijama que use para dormir, es solo el pijama de estar por casa).

- Los baños públicos.
Bueno, no creo que nunca nadie pueda acostumbrarse al olor de un baño público chino. Es difícil de explicar si nunca se ha estado en uno, pero huele como pises fosilizados de la prehistoria en un lugar que nunca ha conocido lo que es el desinfectante o la lejía. Simplemente aprendes a soportarlo durante unos segundos y salir corriendo de allí lo antes que puedas!


¿Se os ocurre alguna otra cosa? Seguro que me he dejado un montón en el tintero.