martes, 24 de octubre de 2017

Nuestra boda española

Como lo prometido es deuda, aquí vengo a contaros la crónica de nuestra boda española, la tercera y espero que la última, jaja. ¿Cómo que la tercera? Pues porque la primera (la firma de los papeles, vaya) fue el año pasado en Nanjing y la segunda fue la boda china en mayo. Bueno, podría hasta contar la convalidación de los papeles en el consulado de Shanghai para que nos dieran el libro de familia y entonces serían cuatro. Vamos, que como pa arrepentirse ahora, jajaja.

Con la boda española también tuvimos mucha suerte y salió un día muy bueno. Vamos, demasiado, es que pasamos calor y todo. Yo le había dicho al decorador que no hacía falta que pusiera abanicos para los invitados, que seguro que un 7 de octubre no haría tanto calor, pos toma. Menos mal que el buen hombre los puso de todas formas (si alguien se va a casar próximamente en Cáceres o alrededores que me escriba, tengo muchas recomendaciones).

La boda fue en el Castillo de las Seguras, un sitio muy bonito a 10 kilómetros de Cáceres. Se llama castillo pero en verdad es más como una casa señorial construida en forma de castillo, tampoco os penséis que aquello era Camelot. En la primera foto de la entrada anterior se ve. Elegí este sitio porque tiene jardín (no quería estar todo el rato dentro de un salón) y porque podíamos hacer allí la ceremonia.
El castillito.


Me peiné, maquillé y vestí en casa de mis padres y C. también. Bueno, él no se maquilló ni tampoco se peinó mucho. Hay fotos de todo este proceso pero las hizo el fotógrafo oficial y no creo que las reciba antes de que acabe el año (es que es un fotógrafo muy solicitado). Acabamos bastante rapidito y al final tuve que estar un rato sentada esperando que pasara el tiempo. C. se fue para el castillo con mi hermano sobre las 12.30 y yo salí un poco después en el coche de mi padre. Al llegar hicimos el teatrillo de que C. abriera la puerta del coche y tal y enseguida empezó la ceremonia.
El ramo.


La maestra de ceremonias era mi tieta N. y esto lo habíamos llevado en el más absoluto secreto. Pena que como yo entré la última no pude ver la cara que puso el resto de la familia, espero que se vea en alguna de las fotos del fotógrafo. Habíamos preparado el guión con antelación pero ella añadió bastantes cosas que fueron sorpresa para mí. Aparte, tuvimos las intervenciones de mi tieta I., que leyó un texto que había escrito; la novia de mi hermano, que leyó un fragmento del Principito (el de cuidar a tu rosa); y tres de mis primas, que leyeron un poema en chino, catalán y español. No hicimos lo típico de responder a "Fulanito, ¿quieres a Menganita como esposa blablabla?" sino la modernez de los votos, jaja. C. dijo unas cosas super bonitas que hasta una amiga mía que no habla inglés lloró y yo canté una parte de una canción de Death Cab for Cutie, que es un grupo que nos gusta mucho. Aparte, toda la ceremonia estuvo amenizada por un dueto de piano, flauta y voz y quedó todo super bonito y emotivo. Vamos, que no quedó ni un ojo seco.
Durante la ceremonia.

Con los testigos.
La lluvia de arroz.


Después de la ceremonia hubo el típico lanzamiento de arroz (con el que se me cayó del pelo al quitarme el moño por la noche podría haber hecho una paella) y pasamos al tema de la manduca. Primero había un cóctel en el jardín, también con música del dueto de fondo. Había un señor cortando una pata de jamón ibérico, una mesa con distintas variedades de queso, erizos de mar rellenos, chupitos de melón, saquitos de boletus, mini croquetas, tartaletas de rabo de todo y no sé cuántos bocaditos más. Yo quería probarlos todos pero como estaba hablando con todo el mundo los erizos ni los olí, por lo menos me dijeron que estaban buenos.
Por lo menos el jamón sí lo probé.


Aunque ya solo con el aperitivo comimos bastante, todavía quedaba la comida oficial, que era en una carpa al lado del castillo y con las murallas de fondo. Entramos al salón rockeando con Dime que me quieres (la versión de Los Piratas) y con el flipamiento nos olvidamos de que supuestamente íbamos a brindar al entrar, así que brindamos ya en la mesa. De primero había ensalada de langostinos con vinagreta de mango, luego un sorbete de manzana, de segundo pintada (un pájaro parecido al pollo, yo al principio no sabía lo que era) rellena de setas y castañas, y de postre tarta helada de mandarina. Del postre solo pude tomar un par de cucharadas porque me fui por las mesas repartiendo unas chapas que había comprado. Cada una tenía un mensaje graciosillo y yo me reí mucho intentando encontrar una adecuada para cada persona (los mensajes eran en plan "Me muevo menos que el barco de Chanquete", "Yo por el ramo mato", "Antes muerta que sencilla", "Soy la tía más guapa de la novia", etc).
La mesa presidencial.

Y luego ya empezó el bailoteo. C. y yo habíamos preparado una coreografía de cachondeo al ritmo de Canned Heat de Jamiroquai. Cuando hace meses le dije a C. que teníamos que bailar, pensó que era cachondeo y ensayaba a regañadientes porque decía que no había bailado en su vida (en China los jóvenes no suelen ir de discotecas). Pero luego en el momento se vino arriba y lo hizo súper bien. Yo, como todo el mundo sabe, he sido un pato mareao toda mi vida. Aún así, me lo pasé muy bien bailando con todo el mundo en la barra libre, hasta cuando mi pobre amigo J. intentó enseñarme a bailar sevillanas, jajaja. ¡Y los invitados catalanes hasta nos hicieron un castell!
Foto chorra con algunos invitados.

Mis amigos de Sevilla hicieron una camiseta conmemorativa de nuestros veranos de juventud en Chipiona.

El primer autobús de vuelta a la civilización salía a las 9, pero no se fue casi nadie. Y menos mal, porque sobre las 10 sacaron la recena. Yo pensaba que no íbamos a comer mucho, pero la nueva pata de jamón, los montaditos de lomo y queso, el caldito y los pasteles portugueses entraban que daba gloria. Ah, y también había un candy bar con un montón de golosinas. La mayoría de la gente se fue a las 11, y varios nos quedamos charlando en el jardín, con los camareros todavía viniendo a traer más comida, jaja. Si es que salimos rodando de allí.

Pues eso, lo pasamos muy bien. O al menos yo, y mucha gente me dijo lo mismo. Fue todo muy bonito, muy divertido, todos los invitados se llevaron bien entre ellos e hicieron pandilla... yo creo que la cosa estuvo bastante bien. ¡Tendremos que casarnos por cuarta vez para montar otra fiestaca!
Con la maestra de ceremonias.

Posando para el fotógrafo. Cuando me envíe las fotos tendré que publicarlas aquí también.

martes, 17 de octubre de 2017

De vuelta en Suzhou

Pues ya se acabó mi mesecito en España, ya se acabaron las vacaciones y ya estamos de vuelta en Suzhou.

Esta vez me ha costado volver porque me lo he pasado muy bien en España. He visto a amigas a las que hacía años que no veía, fui a la boda de una de ellas, vino todo el mundo a verme a mí a nuestra boda, me bañé en la piscina... muy bien todo. Al llegar a China, nada más pisar el aeropuerto de Chengdu, ya me puse de mala leche porque la aerolínea (china) montó un follón que te cagas para dar las tarjetas de embarque del vuelo de enlace de Chengdu a Hangzhou (las dieron en mano al bajarnos del avión, leyendo los nombres a gritos, las típicas señoras de mediana edad empujando para ponerse las primeras, etc). Después al llegar a Hangzhou estaba lloviendo y hacía frío. Ya sé que no es ni bueno ni normal que a mediados de octubre en España hiciera más de 30 grados, pero es que el cambio fue demasiado brusco.

Escribiré detenidamente sobre la boda y sobre los viajecitos que hemos hecho por España y Portugal, pero ya si eso otro día, que ahora tengo sueño. Os dejo con unas fotillos de la decoración de la boda para ir abriendo boca.