sábado, 28 de septiembre de 2013

La importancia de ser extranjero

El jueves por la tarde Jessica me dijo que al día siguiente quería llevarme a la aduana de Shanghai porque estábamos teniendo problemas para importar unos contenedores. La aduana decía que el precio que habíamos pagado por los productos era demasiado bajo y creía que habíamos hecho algún chanchullo.
Yo le pregunté si el hecho de que yo fuera iba a resultar de ayuda, y me aseguró que sí.

Así que el viernes me tocó levantarme a las 6, ponerme camisa y bolso de señora respetable y salir para Shanghai con Jessica y el chófer. La aduana de Shanghai (bueno, una de ellas porque creo que hay varias) está donde cristo perdió el gorro. A las afueras de Pudong. Vamos, casi fuera del universo conocido.

El sitio era un edificio muy alto en medio del campo, con salas enormes, mucha gente esperando no se sabe muy bien qué y mostradores donde no parecía que hubiera nadie trabajando.


Al llegar Jessica saludó a unas mujeres que eran las que nos tramitan la importación de contenedores. Nosotros no podemos comunicarnos directamente con la aduana.

Mi trabajo allí consistió en sentarme en una silla y enredar con el móvil. Tanto tiempo que me bajé Mansfield Park de Jane Austen y me leí 4 o 5 capítulos. Luego invitamos a comer a las señoras que nos tramitan las importaciones. La que parecía la jefa no paraba de hablar ni un momento.
Después de comer nos sentamos a esperar otra vez. Al cabo del rato Jessica me dijo que ya nos podíamos ir.

"¿Ha servido para algo que haya venido yo?", le pregunté.
"Claro! Como has venido tú, una extranjera, han pensado que debía ser un asunto muy importante, y en este rato han hecho lo que normalmente tardan 2 días en tramitar".


Por cierto, la aduana estaba al lado de la zona de libre comercio donde decían que se iba a poder entrar a facebook, twitter y youtube pero al final no.


sábado, 21 de septiembre de 2013

La estafa de las vacaciones

En China las vacaciones siempre vienen con un "pero" incorporado:

- ¡Es la fiesta del medio otoño y tenemos vacaciones de jueves a sábado!
A ver, empecemos por ahí: ¿cómo que "de jueves a sábado"? ¿Sábado? Los sábados normalmente ya son fiesta.
- Pero... trabajamos el domingo, para recuperar.

Genial. Las vacaciones en China se recuperan en fin de semana. Porque es muy lógico y normal que si el jueves es fiesta y no vas a la oficina, vayas el domingo. No se vaya a romper el mundo porque tú descanses cuatro días.

Echemos un ojo al calendario laboral chino de 2013.

En verde, los festivos nacionales. En rojo, los sábados y domingos que hay que trabajar y mostrar arrepentimiento por haber descansado más de lo debido.

Echemos cuentas: 23 festivos - 12 sábados o domingos que vas a pringar = 11 días de fiesta al año.
Tened en cuenta que los chinos no tienen más vacaciones que esas. Nada de un mes en agosto para irse a la playa. 11 días. Repartidos por todo el año. Durante toda su vida laboral.

Si los chinos no son unos desgraciaos que venga dios y lo vea.

Y lo peor es que una vez, hablando con la comercial de un proveedor a la vuelta de mis vacaciones y contándole que había estado tres semanas en España, me dijo: Ah qué bien! Cuánto tiempo! Pero a nosotros con tener vacaciones un fin de semana ya nos va bien.

Y luego está la otra cara de la moneda. Cuando el fin de semana recuperable es antes de las vacaciones, y trabajas 7 días seguidos. Os puedo asegurar que ese fin de semana laborable tiene una productividad laboral del 10%, al menos en nuestra oficina. ¿Quién va a rendir un domingo, el séptimo día de trabajo sin descansar?

Y con todo esto, lo que quiero decir es que... mañana me toca pringar. Y el domingo que viene también. Qué cruz.

lunes, 16 de septiembre de 2013

La fiesta del medio otoño y los mooncakes

Como en China tradicionalmente seguían el calendario lunar (y la gente de a pie continua utilizándolo, en realidad, aunque para escribir las fechas usen el calendario gregoriano), hace ya unas cuantas semanas que aquí es oficialmente otoño. Y el jueves que viene es la fiesta del medio otoño, que coincide con la luna llena.
La tradición durante esta fiesta es mirar la luna llena y comer mooncakes (月饼 yuebing). Desde 2008 es festivo nacional y no se trabaja. El gobierno chino decidió recuperar algunas fiestas tradicionales, como esta o la de las carreras de barcos dragón, en junio, pero no creáis que ahora en China hay más vacaciones, nada de eso, simplemente es que antes la primera semana de mayo era entera fiesta por el Día del Trabajo y ahora esos días los han repartido.

Hay una historia mitológica que explica por qué se mira la luna durante esta fiesta, pero hay varias versiones en las que difieren bastantes detalles así que nos quedaremos con lo básico: había una señora llamada Chang'E que se bebió una pócima de la inmortalidad (queriendo o sin querer, las distintas versiones difieren en esto) y salió disparada hacia la luna y se tuvo que quedar a vivir allí, convirtiéndose más o menos en la diosa de la luna. Otras historias dicen que con ella vive en la luna un conejo que es el que fabrica las pócimas de la inmortalidad (y que cuando hay luna llena se puede ver la silueta del conejo).

Hasta aquí la parte tradicional de la historia, muy colorido e interesante todo. Ahora vayamos a la parte comercial. Ya sabemos que los chinos con un carro y dos ruedas montan un negocio, pues con las fiestas lo mismo. Cada fiesta tiene un regalo tradicional que hay que intercambiar con otras personas. Y en la fiesta del medio otoño son los mooncakes.
Mooncakes: nunca los compro pero ningún año me libro de ellos.

Los mooncakes (en wikipedia pone que se llaman pastel de luna en español pero sinceramente nunca he oído a nadie usar esa expresión) son unas pastas redondas, de distintos diámetros y de unos tres centímetros de grosor, con un relleno que puede ser de alubias rojas, yema de huevo, frutos secos u otras cosas. Son una bomba calórica (acabo de ver que una de 10 cm de diámetro tiene unas 1000 calorías!!) y si te comes uno sin tener agua cerca puedes morir añurgado de la bola que se te hace en la garganta. La realidad es que a casi nadie le gustan los mooncakes pero cuando se acerca la fiesta de medio otoño es una obligación social regalar mooncakes, especialmente en las empresas, que reparten cajas enteras a todos sus clientes.

Otro tipo de mooncakes que me han regalado. Este es una especialidad de Yunnan, tiene carne dentro y es un poco menos pastoso que los normales.

Total, que durante estos días China se inunda de estos dichosos pastelillos y no hay quien se libre de recibir una caja. Sin embargo, como ya he dicho antes, a casi nadie le gustan y muy poca gente se los come. Así que después de cada fiesta del medio otoño se tiran toneladas y toneladas de mooncakes.

Pero los chinos tienen la solución perfecta. En los últimos tiempos las empresas regalan a sus clientes cupones para ir a recoger los mooncakes a la pastelería, en vez de dárselos directamente. Como la mayoría de la gente no tiene ningún interes en ir a recogerlos, ha surgido una nueva especie de reciclaje: por la calle se ve gente con un cartel que pone "Se reciclan cupones de mooncakes". Explico el proceso un poco más detalladamente:
1. La pastelería A imprime cupones para canjear por cajas de mooncakes. Estos cupones tienen un valor nominal de 100 yuanes. Se los vende a 85 yuanes a la empresa B.
2. B está muy contento de haber conseguido cupones por valor de 100 yuanes a 85. Se los reparte a sus mejores clientes.
3. C es cliente de la empresa B. y le han regalado un cupón. No quiere ir a recoger los mooncakes así que le vende el cupón por 40 yuanes a un reventa de la calle.
4. El reventa de la calle le vende a la pastelería A sus propios cupones por 50 yuanes.

Resultado: no se ha fabricado ningún mooncake. La pastelería A ha ganado 35 yuanes (menos lo que le haya costado la impresión); la empresa B ha quedado muy bien delante de sus clientes; el cliente C ha ganado 40 yuanes y el reventa ha ganado 10 yuanes. Todos contentos y no se ha malgastado ni un gramo de harina!

martes, 10 de septiembre de 2013

Las minorías étnicas

Xishuangbanna es una región de la provincia de Yunnan, al suroeste de China, en la frontera con Laos y Myanmar. Xishuangbanna es mundialmente conocida entre todos los estudiantes de chino del universo porque siempre aparece en algún capítulo del libro de texto una lectura sobre el Po Shui Jie (el festival de tirarse agua, algo así como la tomatina pero más limpio). Yo he de reconocer que antes de venir a China no lo sabía, pero aquí, aparte del chino prototípico que todo el mundo tiene en mente cuando piensa en un chino, hay 55 minorías étnicas (señores/as con pasaporte chino pero que no parecen chinos y que tienen una lengua y una cultura diferentes de los han). Entre ellos los más conocidos son los mongoles (de Mongolia Interior provincia de China, los de Mongolia país no son chinos), los tibetanos o los uigures (chinos musulmanes de la provincia de Xinjiang). Pero la mayoría de las minorías étnicas, algunas de las cuales no llegan ni a 50.000 personas, viven en Yunnan.
El puntico marca la localización de Xishuangbanna. Más o menos.

Lo malo de viajar por sitios turísticos chinos es que nunca sabes si lo que estás viendo es auténtico o un parque temático creado expresamente para el turismo (ejemplo: en Suzhou hay una muralla a lo largo del río que se llama "la muralla antigua" y que se terminó de construir a principios de este año). Así que siempre te queda la duda de si te la están metiendo doblada.

En Xishuangbanna visitamos un pueblo donde vivía la minoría étnica dai, emparentados con los tailandeses y los laosianos (de hecho usan un alfabeto muy parecido al tailandés, si es que no es igual. No estoy yo muy puesta en tailandés). Los dai son los que celebran el Po Shui Jie, en el que celebran el año nuevo tirándose agua a palanganazos (su año nuevo empieza en abril). La amable señora que nos hacía de guía y que nos llevó a su casa nos explicó que, al contrario que los han, a los dai les gusta tener hijas y no hijos. De hecho, se refieren a los hijos varones como 赔钱货 peiqianhuo, algo así como "esa cosa que me hace perder dinero", porque para casarlos tienen que pagar una dote, y además los hijos varones no heredan. Aunque lo único que se deja en herencia de madres a hijas en esta minoría étnica son las plantaciones de árboles de caucho, que parece ser que dan para vivir muy bien. Lo que es el dinero, cuando una persona muere pasa a manos de la comunidad, que lo emplea en el bien común, como por ejemplo las escuelas. Los niños/as dai no pagan nada por ir al colegio en ese pueblo, ni siquiera el comedor.
También nos contó que, antes de casarse, los hombres tienen que vivir tres años en la casa de la chica que pretenden haciendo de criados.
La frutería del pueblo dai.
Chicas con trajes de estilo dai cuando salen en Noche de Fiesta.

El otro pueblo que visitamos era de la minoría étnica jinuo, que fue la última reconocida oficialmente por China, en 1979. Según wikipedia, está formada por poco más de 20.000 personas y la mayoría viven en la montaña Jinuo, que es a donde fuimos. La chica que nos invitó a su casa a beber té (como parte de la visita, claro, no fue espontáneo...) nos contó algunas cosas sobre el pueblo, como por ejemplo que eran los principales productores de té pu'er o que a las chicas jinuo les gustan los hombres más bien rellenitos, con gafas y muy morenos de piel (al contrario que los han, que idolatran la piel blanca).

La banda de percusión del Frente de Juventudes Jinuo

El traje de los domingos.

La casa de la chica que nos invitó a té.

El pueblo. Parecía bastante auténtico.

Una casa del pueblo.

Una cosa en la que coincidieron las señoras de ambas minorías étnicas fue en asegurar que, como invitados suyos, podíamos curiosear todos los rincones de su casa menos los dormitorios. Si pillaban a alguien entrando en el dormitorio, esa persona no podía irse y tenía que quedarse a vivir con ellos, ya que había visto el "alma" de su familia, que reside en el dormitorio. No sé si es realmente una creencia de su pueblo o si se lo han inventado, hartas de que los chinos han turistas se les metieran a cotillear sus camas y sus cajones.

jueves, 5 de septiembre de 2013

De paseo por Londres

La última parada en mi visita a Inglaterra fue Londres. Como hace unos años ya visité todas las cosas turísticas, me dediqué a pasear y a ver a viejos amigos.

Bueno, sí hubo una visita turística... a la tienda de cómics :D
Es enooooorme.
 Comimos en un restaurante marroquí muy escondido y a un precio más que aceptable. Fue una sorpresa encontrar un sitio así en pleno centro (sobre todo por el precio, yo esperaba una clavada considerable). Estaba muy rico.
La decoración era muy propia.

El resto del tiempo lo dedicamos a pasear. Y ahora que miro el mapa, menudo pateo nos pegamos: salimos de King's Cross, fuimos andando hasta Charing Cross, cruzamos el río, seguimos andando por la orilla sur y llegamos hasta Tower Bridge...
El pase del metro no sé pa qué nos lo sacamos.

Algunas instantáneas de la caminata:

Bloomsbury.  
A los 10 segundos de hacer esta foto empezó a diluviar.



La playa de Londres (yo no me bañaría. Es más, ni pisaría la arena).

Qué bien se lo pasan.

Cantante que se cree que está en la playa.


El edificio del medio creo que es el que sale hoy en las noticias.

El archiconocido puente.