miércoles, 24 de febrero de 2016

El festival de las linternas

El lunes fue el festival de las linternas o 元宵节 yuanxiaojie, que marca el final tradicional de las fiestas del año nuevo chino. No es festivo oficial (es decir, se curra) pero es una de las fiestas tradicionales más importantes. Se celebra comiendo 汤圆 tangyuan, unas bolas de harina de arroz glutinoso rellenas de carne, pasta de alubia roja o pasta de sésamo; resolviendo adivinanzas y visitando las linternas que se exponen en algunos parques.

Tangyuan.
C. dice que cuando era pequeño todos los niños salían a la calle arrastrando linternas en forma de conejo. Eran de papel y tenían una vela dentro, así que me puedo imaginar la de disgustos y lagrimones que habría cuando tu conejo saliera ardiendo.



Yo nunca había ido a ver las linternas en el día justo de la fiesta, así que este año tenía que ir sí o sí. Fuimos a una calle antigua-moderna cerca de nuestra casa. La calle es antigua-moderna porque se construyó hace un par de años pero imitando el estilo clásico de Suzhou con canales, puentes y casas blancas con tejas negras. También tenemos una muralla antigua-moderna que se acabó de construir el año pasado, a ver si algún día voy a hacerle fotos.

Las linternas que se exponen ahora están hechas de seda (o algo que lo parece) y dentro llevan luz eléctrica, no velas. Estaba lloviendo así que C. dijo que era un milagro que nadie se hubiera electrocutado. Es un poco exagerao.


Puente cubierto de linternas con la temática de "Viaje al oeste", el clásico de la literatura china.



Como es el año del mono...



Durante esta fiesta también hay gente que suelta linternas voladoras, esas que son de papel y tienen una vela dentro. Es muy bonito verlas pero a saber dónde caen y si provocan un incendio...

sábado, 20 de febrero de 2016

Vacaciones en Japón II: Kyoto

Kyoto fue la capital de Japón durante muchos años y ahora es una ciudad muy turística porque tiene un montón de templos patrimonio de la humanidad. Para llegar desde Osaka solo tuvimos que coger el tren cercanías y en unos 40 minutos ya estábamos allí.

Nuestro hotel estaba al lado del Palacio Imperial, que desde fuera parecía un parque gigantesco y ya está. Supongo que dentro habrá algo para visitar pero según internet había que reservar con antelación así que no fuimos. Visitamos un templo que había al lado del hotel y que según se explicaba, estaba consagrado a no sé qué señor que resultó herido en una batalla y mientras se retiraba a un lugar seguro apareció una piara de jabalíes que lo escoltó hasta su destino. El templo estaba especializado en pies y espalda y como tal vendía unos "amuletos" para proteger estas partes del cuerpo. Los amuletos son una especie de bolsita de tela bordada.
El templito que había al lado del hotel.

Banderolas del templo. En las blancas se ve arriba el amuleto (verde) y abajo los jabalíes de la leyenda.

Los templos japoneses son un negocio redondo. Por muy pequeños y poco importantes que sean siempre tienen varios pabellones dedicados a diferentes cosas. En cada pabellón hay un cascabel gigante en el techo con una cuerda de la que se tira para hacerlo sonar. Delante de cada pabellón hay una caja de madera para echar las ofrendas a los dioses (es decir, dinero). Los que reciben muchas visitas de extranjeros tienen un cartelito indicando cómo se debe rezar: primero se hace una reverencia, luego se dan dos palmadas y luego se hace otra reverencia. También se pueden comprar unas tablillas de madera en las que escribes tu deseo y luego o bien se queman (esto lo hace el sacerdote al final del día con todas las tablillas) o bien se cuelgan en un lugar establecido.
Tablillas con deseos colgadas.

Después de pasear por el barrio y comer en un restaurante vietnamita muy cuco fuimos al museo internacional del manga. En realidad debería llamarse biblioteca, porque básicamente lo que hay son miles de tomos de manga (hay algunos en inglés, español y otros idiomas) y se pueden leer. También había algunas exhibiciones de ilustraciones y una actividad en la que un chico muy majo explicaba el predecesor de los cómics en Japón: un señor que iba por los pueblos con una bicicleta y láminas que se ponían dentro de una caja en forma de televisor y que el señor iba cambiando según contaba la historia.
La mascota del museo.

En Kyoto, como he dicho antes, hay aproximadamente un millón de templos. Obviamente en dos días y medio no da tiempo a verlo todo, así que fuimos con calma. El lugar más recomendado es el santuario de Fushimi Inari, así que allí nos fuimos por la mañana. Las puertas rojas que cubren el camino son muy fotogénicas, pero había bastante gente así que hacerse una foto sin nadie era difícil.
La entrada de Fushimi Inari
Andando por el camino de las puertas.

También fuimos a otro templo famoso, Kyomizu-dera. En este sitio, y por las pintorescas calles de alrededor, había un montón de chicas con kimono haciéndose fotos. La mayoría no eran japonesas, sino turistas. Hay tiendas donde puedes alquilar el kimono para todo el día. En Kiyomizu también había una auténtica "feria del peregrino", con altares donde se pedía un deseo y otros donde se escribía una preocupación en un papel y luego se metía en un cubo de agua (cuando el papel se deshiciera, la preocupación desaparecería. C. escribió el nombre de uno de su oficina que todo lo hace mal y de momento este chico no ha desaparecido). Todo esto se hacía previo pago de una ofrenda, claro. También había dos rocas, una a cada lado de la plazoleta donde estaba la "feria del peregrino", y se supone que si se anda de una a otra con los ojos cerrados se encuentra el amor verdadero o algo así. Con toda la gente que había por el medio, dudo que ninguna chica consiguiera terminar el recorrido ese día.
La entrada a Kiyomizu-dera, con la vista de la ciudad.

Supongo que en cualquier otra estación cuando los árboles tengan hojas será más bonito...

Otro de los templos famosos que vimos en Kyoto tiene un pabellón pintado de dorado y ese también estaba hasta la bandera de turistas.
Foto desde primera fila.
Foto desde atrás para que se vea toda la marabunta.

Se está muy bien en Kyoto viendo calles pintorescas y templos.
Templo.

Jardín de un templo.

Calle pintoresca.

Los japoneses también aparcan la bici donde no deben.

domingo, 14 de febrero de 2016

Vacaciones en Japón I: Osaka


¡Con lo cerca que está Japón de China y nunca me había dado por ir! El verano pasado, tras el doloroso sablazo de los billetes de avión para ir a España en octubre, me puse enseguida a buscar billetes para ir a cualquier sitio en Año Nuevo Chino. Es que como te esperes a comprarlos se pone todo carísimo. Estaba entre Myanmar y Japón y encontré un vuelo a Osaka por un precio razonable (barato tampoco). Así que para allá nos fuimos el sábado de la semana pasada.

Japón se hizo de notar nada más subir al avión. Era de la compañía Japan Airlines y no es por hacerle un feo a nadie, pero es que no hay color con las aerolíneas chinas. Las azafatas hablaban un inglés inteligible (¿sabéis esto que la azafata dice algo en inglés por la megafonía y no se entiende absolutamente nada? ese es el pasatiempo favorito de las azafatas chinas) y la comida estaba buena (la comida en las aerolíneas chinas consiste en un bloque de arroz pastoso y verduras encurtidas envasadas al vacío para acompañar). También vi cuando nos dirigíamos a la pista de despegue que los técnicos que estaban al lado de la puerta de embarque le hicieron una reverencia a nuestro avión. Ya sé que en Japón se hacen reverencias constantemente, pero desde el suelo al avión me pareció un poco excesivo.

La supuesta efectividad japonesa me decepcionó un poco cuando llegamos a Osaka y la cola para pasar el control de pasaportes era de una hora. Poned a unos cuantos agentes más, hombre, que sabéis que es el año nuevo chino y os llega toda la tromba de turistas (no solo chinos, sino también taiwaneses, malayos, vietnamitas, etc). Pero al pasar el control de aduanas por la parte de "nada que declarar", el señor policía miró mi pasaporte y me dijo en español: "¿Vive en China?". Por fin, a las 12 y pico de la noche, llegamos al hotel. En este hotel pasamos las dos primeras noches y tenía desayuno incluido: triangulitos de arroz y sopa de miso.
El hotel estaba al final de esta calle, que por cierto estaba llena de carteles de clubs con señoritas escotadas.

Osaka es una ciudad conocida sobre todo por su comida. Sitios de interés turístico no hay muchos, pero cosas para ver hay. Nosotros fuimos al castillo de Osaka y al museo de historia. El castillo (tipo chalet) está muy reconstruido y por dentro no hay mucho que ver. Tiene buenas vistas desde el mirador, eso sí. También tenía un puesto donde podías probarte los cascos de época y hacerte fotos. El parque de alrededor del castillo estaba muy animado, con niños jugando al béisbol, abuelos con cámaras megaprofesionales haciendo fotos a las flores, y una academia de kendo donde estaban celebrando una competición y se podía entrar a curiosear.

Las famosas bolas de pulpo.

Niños jugando al béisbol con el castillo de fondo.
Para entrar en la academia de kendo había que atravesar el mar de zapatos...


Niños dándose de palos. El uniforme de kendo mola un montón.
El castillo de Osaka.
Los árboles (¿ciruelos?) estaban empezando a florecer.

No podía faltar nuestra clásica foto haciendo el guiri.
Señor paseando a su conejo (que llevaba un jersey).


Por la noche fuimos a una zona que se llama Dotombori y está llena de tiendas y restaurantes. Estaba llena de chinos con maletas comprando de todo. La actividad favorita de los chinos cuando viajan al extranjero es 买买买 (comprar comprar comprar).





Las tapas de alcantarilla eran muy monas.


Continuará...

viernes, 5 de febrero de 2016

La boda del primo

El domingo pasado fuimos de boda familiar. Se casaba el primo de C. con su novia indonesia así que por la mañana nos fuimos a la casa de los padres de él para ver todos los preparativos y tradiciones.

Llegamos sobre las 10 de la mañana y el novio y el padrino ya estaban de punta en blanco y el cámara los perseguía por toda la casa. El carácter de felicidad doble estaba pegado en la puerta y las ventanas, la mesa llena de frutas, té y frutos secos para las visitas, y la habitación de los novios con muebles nuevos y una colcha roja. Después de un rato de dar vueltas por la casa y de que me ofrecieran 20 veces té y cacahuetes salimos a la calle a tirar petardos. En China, cuando te casas o abres un negocio nuevo hay que tirar petardos y hacer mucho ruido para espantar a los espíritus malvados y tener buena suerte.
Carácter de felicidad doble pegado en la puerta.

Picoteo.

Habitación.

Antes de tirar los petardos.

Petardos en acción.

A mediodía nos llevaron a un restaurante cercano para comer (el banquete de boda no era hasta por la noche). Conocí a una amiga de la tía de C. que era peluquera y maquilladora y me ofreció sus servicios. Dado que llevaba el pelo teñido de rubio y con unas raíces negras de 3 centímetros, no sé si nuestros gustos encajarían. Durante la comida me enteré de que me iba a tocar hacer de intérprete para la familia de la chica indonesia, ya que nadie más habla inglés. Así que me llevaron en coche al hotel donde estaban la novia y su familia y primero vi cómo el novio, el padrino y otro amigo cumplían con las tradiciones pertinentes. Primero fueron a la habitación donde estaba la novia, pero las amigas de ésta no les dejaban entrar a menos que las sobornaran con hongbao (sobres rojos con dinero dentro). 20 hongbao después por fin abrieron la puerta, pero ahí no terminaba la cosa: el novio tuvo que realizar varias pruebas: escribir el nombre de la novia a mordiscos en varias manzanas, encontrar los zapatos que habían escondido y bailar Xiao Pingguo y ballet. Luego toda la comitiva fue a la habitación donde estaban la madre y la tía de la novia y ahí fue cuando tuve que hacer de intérprete.
Bailando.

 Después me quedé un rato charlando con la madre y la tía en el hotel mientras la pareja iba a hacerse fotos. Más tarde fuimos al restaurante donde se celebraba el banquete y los novios ya estaban en la puerta saludando a los invitados que iban llegando, haciéndose fotos con todo el mundo y recibiendo hongbao. Cuando comenzó la ceremonia en sí me quedé con las ganas de matar a las damas de honor, que llevaban vestidos de dama de honor (feos, pero vestidos al fin y al cabo) y unos botines horribles que no pegaban ni con cola. Soy yo y las echo de mi boda. Lástima, tenía que haberles hecho una foto para que veáis que no exagero.

Como en la mayoría de las bodas chinas a las que he ido, había un presentador hablando todo el rato, diciendo moñadas y explicando lo que se iba haciendo. Las bodas chinas son ruidosas y caóticas, no esperéis una velada tranquila con música clásica de fondo. El presentador también se encarga normalmente de hacer juegos con los invitados y hasta darles premios. Últimamente se está poniendo de moda que los novios preparen regalos (peluches y sobres con dinero para los niños, teléfonos u otros aparatos para los adultos) para los ganadores de los juegos.
Por lo menos en esta boda la tarta era de verdad.
 

lunes, 1 de febrero de 2016

La vecina cotilla

El otro día bajé a sacar a la perra nada más levantarme, como de costumbre. Estaba lloviendo así que fuimos al parking, que es el lugar oficial de pasear a los perros y los niños en los días de lluvia. Iba yo toda adormilada con el pijama de oso peludo, los pelos de loca recién levantá y las legañas de no me he lavado la cara todavía. Y hete aquí que nada más llegar, una señora de mediana edad con un caniche marrón viene hacia mí y señala la hoja de periódico que llevaba en la mano.
"¿Sabes leer chino?", me pregunta.
"Sí", le digo. Tampoco era plan de ponerme a explicar que aunque leo chino, el periódico solo lo quiero para recoger las cacas de la perra. Ay, madre. Menudas ganas de charrar tenía la señora. Empezó a hacerme el tercer grado habitual: ¿De dónde eres? ¿Trabajas aquí? ¿Estás casada? ¿Cuántos años tienes?

Cuando le dije 31 se puso muy contenta. "¡Anda, como mi hija! ¡Es tigre!". "Err, no, si es tigre es del 86 así que es dos años más joven que yo, yo soy rata". "Ah, es verdad, que los occidentales contáis los años de la otra manera". (La manera correcta, diría yo, jaja. Qué es eso de sumar dos años por toda la cara...). "¡Eres toda una experta en China! ¿Y tu novio es chino? Claro, por eso hablas tan bien". No daba una, la pobre.

Luego me preguntó qué país era mejor, China o España. Esta es una pregunta que los chinos plantean muy a menudo y probablemente no haya una buena respuesta. Yo normalmente digo que "los dos sitios están bien". Pero esta señora dijo que no, no, seguro que España estaba muchísimo mejor y que a ver si su hija conseguía emigrar a algún país extranjero.

Después de un buen rato de charla en la que me preguntó mi vida y me alabó en todos los aspectos posibles, le dije que tenía que irme. Me acompañó hasta el ascensor. Le pregunté si vivía en mi bloque y me dijo que no. ¿Entonces para qué se había ido conmigo hasta el ascensor? En ese momento pensé si no sería un miembro de uno de esos grupos de jubilados chinos que hacen dinero extra denunciando sospechas de comportamientos ilegales (en Beijing la policía detuvo a varios actores por consumir drogas gracias a estas señoras espías, y en Zhejiang denunciaron a varios extranjeros por trabajar de forma ilegal). No sé si esta vecina se quedó abajo esperando a ver en qué piso me bajaba, pero si espera ganar dinero conmigo va lista. Yo soy 100% legal. O quizás solo era una señora aburrida con ganas de conversación.