miércoles, 13 de diciembre de 2017

Viajecito ibérico IV: Portugal

Vamos ya con el último episodio del viaje que hicimos en octubre por España y Portugal, que esto se está haciendo más largo que un día sin pan. Nuestro viaje por el centro de Portugal continuó por las localidades de Alcobaça, São Martinho do Porto, Óbidos and Santarém.

Alcobaça es famosa por su monasterio medieval patrimonio de la humanidad:

Como se puede ver en la foto, el sitio es grandecito. La entrada creo que eran 6 euros y se podía visitar la iglesia y el monasterio. Dentro de la iglesia están las tumbas ricamente esculpidas del rey Pedro I y su amante Inés de Castro, los "Romeo y Julieta" portugueses (bueno, ella en verdad era española). Pedro, cuando era príncipe, estaba casado con otra pero se lió con la Inés esta, que era la dama de compañía de su esposa. Su padre, el rey, no aceptaba la relación (supongo que más que nada porque ella era española y a ver si iba a acabar un bastardillo medio español en el trono de Portugal) y, aunque la esposa legítima de Pedro murió joven, no le dejó casarse con Inés y además ordenó asesinarla. Cuando Pedro llegó a rey mandó buscar a los asesinos de Inés y les arrancó el corazón, y ordenó que a ella le hicieran una tumba de reina en el monasterio de Alcobaça. Hasta aquí la parte real de la historia. Aparte, la leyenda dice que vistió al cadáver, lo sentó en el trono e hizo que los nobles le besaran la mano y le rindieran pleitesía.

En el monasterio se pueden ver claustros, distintas estancias de los monjes y un montón de los afamados azulejos portugueses.


En la plaza de delante del monasterio hay algunas cafeterías y probamos los dulces de las monjas en una de ellas. También había tiendas de cerámicas (ahora me arrepiento de no haber comprado el azucarero en forma de tomate, era muy de los años 70) y bolsos y monederos de corcho. Según la vendedora (qué va a decir, la mujer) es un material resistente al agua y muy duradero. Bueno, por lo menos es una alternativa al plástico y al cuero. Yo no me compré nada pero varias del grupo sí se animaron.
El gallo de Barcelos, un símbolo de Portugal.



La siguiente parada fue São Martinho do Porto, un pueblecito costero que en verano tiene que estar muy concurrido. El día que nosotros fuimos hacía un frío que pelaba y un vientecillo helador en la playa, así que la visita fue rápida y luego fuimos a probar la gastronomía del lugar.

Cataplana de salmón y langostinos.

Por la tarde llegamos a Óbidos. Yo no lo sabía, pero este pueblo es súper famoso. La calle principal está llena de tiendas y restaurantes y hay un montón de turistas. Me recordó a los pueblos de agua de los alrededores de Suzhou, excepto que para entrar en Óbidos no hay que comprar entrada. El pueblo es muy bonito, eso sí, y si sales de la calle principal no hay prácticamente nadie.




En lo alto del pueblo hay un castillo, que ahora es un hotel de 5 estrellas, y una muralla por la que puedes andar.




El último día, ya de vuelta hacia Cáceres, paramos en Santarém a dar una vuelta y comer. Qué pequeñitas son las ciudades portuguesas. Bueno, y las españolas.
Grafiti en Santarém.

El Tajo.

Casa con azulejos.

1 comentario:

  1. Pues sí, en Europa, todo a pequeña escala. Menos el edificio tremebundo de la primera imagen :O

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