Hacía justo dos años que no iba a Beijing. Ya tocaba, ¿no? No me queda ningún amigo allí, todos se volvieron a sus países, menos Jeni, a quien coincidí en Shanghai en 2010 y que ahora vive en Beijing con su marido. Este viaje ha sido una especie de reencuentro shanghainés ya que también fueron mis
ex compañeros de piso. C. se ha aficionado a los trenes y no le salió de la punta de la nariz ir en avión, así que cinco horas de ida y cinco de vuelta. Que si te pones a pensarlo es casi lo mismo que ir dos horas antes al aeropuerto, aguantar el retraso seguro de los vuelos domésticos chinos, etc, así que ni tan mal. Además me vino bien para terminarme los dos libros que me estaba leyendo.
El sábado por la mañana fuimos a hacer un poco de turisteo. El cielo tenía un color un poco extraño, así como amarillento. Al mirar la aplicación que tengo en el móvil para comprobar el nivel de contaminación (desgraciadamente esta aplicación es imprescindible para todo el que viva en China) casi me da un patatús. ¡¡¡900!!! (La escala termina en 500, más de eso es el apocalipsis. El nivel ideal es menos de 50). Pero al mirar con más detenimiento vi que no eran 900 de PM2.5 (las partículas más pequeñas), sino de PM10. Las partículas grandes. Que había tormenta de arena, vamos. Al poco rato empecé a moquear y a rascarme los ojos. Pero para día y medio que íbamos a estar en Beijing había que aprovechar. Por la tarde pasó la tormenta y el cielo estaba un poco azul.
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Haciendo el tonto en un gimnasio callejero en un hutong. En la esquina podéis ver el color sospechoso del cielo. |
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Qué pena de cielo. Con lo bonito que es Beijing. |
Uno de mis sitios turísticos favoritos en Beijing es el Templo de los Lamas. Allí se está tranquilo, aunque haya mucha gente. En todo el rato que estuve allí solo una china levantó la voz para llamar a su amiga y la fulminé con la mirada.
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Entrada al templo con aparición estelar de un lama. |
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¡¡Cielo azul!! |
Por la noche fuimos a comer pato laqueado. También hacía mil años que no lo comía. Y luego, en vez de salir, nos quedamos en casa de Jeni y Kirk jugando a juegos de cartas, primero uno que se llamaba Wizard y luego uno que se llamaba
Cards Against Humanity, que me encantó y me recordó un poco a Absolutas Idioteces, juego de mesa al que jugaba de joven, pero en plan super bestia. Totalmente recomendado, aunque es conveniente tener a mano el Urban Dictionary para entender muchas de las cosas que pone. Hacía tiempo que no me reía tanto.
Qué amor le tienes a Pekín... Casi tanto como yo a Shanghái.
ResponderEliminarAy, acabo de llegar, estoy sana y salva. No veas qué de aventuras tía, estoy molidaaaaaaaaaaa.
https://www.youtube.com/watch?v=DNibCp-xipk
El pato laqueado es lo mejor de Pekín, junto a la muralla china.
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