Una de las cosas que pasan muy a menudo cuando vives en China es que la gente se va. Vuelven a sus países, o se trasladan a un sitio nuevo. En los foros de expats siempre hay algún hilo de gente quejándose de "siempre tengo que estar haciendo amigos nuevos porque todo el mundo se va". Como cuando estudiaba en Beijing. Normalmente la gente solo venía para un año, y al curso siguiente todo eran caras nuevas. Es ley de vida.
Bueno, que me voy por las ramas. Miss Y. se ha vuelto a España, después de un montón de años en Shanghai. Se vuelve a montar su propio negocio y esperamos que le vaya muy bien. La echaremos de menos, claro. Incluso echaremos de menos cuando nos llamaba por teléfono porque estaba en el salvaje oeste de China y se había subido en un autobús sin saber a dónde iba. O cuando le echaba la bronca al dueño de un restaurante porque la comida no estaba buena. O cuando entraba en absolutamente todas las tiendas y miraba y preguntaba el precio de todas las cosas y regateaba durante media hora. Yo siempre la he admirado porque, si yo no hablara chino, ¿habría aguantado aquí tanto tiempo y me habría desenvuelto tan bien? Probablemente no.
Miss Y. y yo nos conocimos de leernos en el fotolog. Un día tuve que ir a Shanghai desde Beijing para una entrevista de trabajo. Y miss Y., muy amablemente, me invitó a quedarme en su casa. Así sin conocerme de nada. Y si llego a ser una asesina, ¿qué? Pues así me planté en Prados Verdes, llamé a la puerta del décimo piso y miss Y. me estampó un beso en cada mejilla.
Aunque no nos veíamos muy frecuentemente, miss Y. era una presencia constante en Shanghai. Ahora se ha quedado un hueco vacío...
Lo que no se ha quedado vacío es mi armario, porque miss Y. me ha provisto de tal cantidad de ropa casi sin usar que no necesitaré pasarme por el Uniqlo en dos años.
¡Mucha suerte en los negocios, miss Y.! Nos veremos de visita en China o en España.
Bueno, que me voy por las ramas. Miss Y. se ha vuelto a España, después de un montón de años en Shanghai. Se vuelve a montar su propio negocio y esperamos que le vaya muy bien. La echaremos de menos, claro. Incluso echaremos de menos cuando nos llamaba por teléfono porque estaba en el salvaje oeste de China y se había subido en un autobús sin saber a dónde iba. O cuando le echaba la bronca al dueño de un restaurante porque la comida no estaba buena. O cuando entraba en absolutamente todas las tiendas y miraba y preguntaba el precio de todas las cosas y regateaba durante media hora. Yo siempre la he admirado porque, si yo no hablara chino, ¿habría aguantado aquí tanto tiempo y me habría desenvuelto tan bien? Probablemente no.
Miss Y. y yo nos conocimos de leernos en el fotolog. Un día tuve que ir a Shanghai desde Beijing para una entrevista de trabajo. Y miss Y., muy amablemente, me invitó a quedarme en su casa. Así sin conocerme de nada. Y si llego a ser una asesina, ¿qué? Pues así me planté en Prados Verdes, llamé a la puerta del décimo piso y miss Y. me estampó un beso en cada mejilla.
Super primicia mundial: la primera foto que miss Y. y yo nos hicimos juntas. Septiembre de 2009. Cuando la palabra selfie no existía todavía. |
Aunque no nos veíamos muy frecuentemente, miss Y. era una presencia constante en Shanghai. Ahora se ha quedado un hueco vacío...
Lo que no se ha quedado vacío es mi armario, porque miss Y. me ha provisto de tal cantidad de ropa casi sin usar que no necesitaré pasarme por el Uniqlo en dos años.
¡Mucha suerte en los negocios, miss Y.! Nos veremos de visita en China o en España.