Me hacía ilusión ir en tren a Luoyang en vez de en avión. Hacía tiempo que no viajaba en tren en China, si exceptuamos los trenes de alta velocidad. Pero eso no cuenta, cuando digo viajar en tren por China me refiero a pasar un buen puñado de horas en el tren, dormir allí, llevarse una bolsa cargada de comida donde los tallarines instantáneos no pueden faltar, etc. Creo que hacía unos 5 años que no iba en tren cama.
Nuestro tren era el K2666, cuya ruta completa es Suzhou - Linfen, realizada en 25 horas y 17 minutos. Linfen es famosa por ser la ciudad más contaminada del mundo. Os han entrado ganas de ir, ¿verdad? Nuestro recorrido, desde Suzhou hasta Luoyang, debía ser en teoría de 16 horas y 23 minutos pero se retrasó un poco y tardamos algo más. La letra en el nombre del tren indica la velocidad: G es el tren de alta velocidad y K es el más lento, aunque la K viene de 快
kuai, rápido.
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Que no falte la siempre socorrida foto de la estación de tren. Estaba bastante vacía, en las vacaciones del Año Nuevo Chino es la locura total. |
En el tren cama se puede elegir entre "cama dura" y "cama blanda". La cama dura es una litera de tres pisos, en un vagón corrido sin puertas en los distintos compartimentos. La cama blanda es una litera de dos pisos en una habitación para cuatro personas con puerta que se puede cerrar para más intimidad. Los precios varían según qué litera escojas: el piso de abajo es más caro porque te puedes sentar durante el rato que no quieras estar acostado. Como inconveniente, tu vecino de arriba probablemente se sentará también en tu cama.
Otro detalle: en teoría la cama blanda es, como su propio nombre indica, más blanda que la cama dura. Sin embargo no siempre es así, como en el tren a Luoyang.
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Cama dura: literas de tres pisos con cero privacidad. |
Normalmente yo solía viajar en cama dura en mis años mozos. En este viaje elegimos cama blanda porque C. nunca había viajado en tren cama (al menos que recuerde) y estaba bastante acongojado. Así que para no asustarle más accedí a viajar en cama blanda, que evidentemente es más cara. Así que viajamos en un compartimento con solo dos señoras más y a puerta cerrada. Pero las camas, blandas, lo que se dice blandas, no eran. De hecho eran iguales que las duras: colchonetilla sobre tabla. Da igual, dormimos como benditos.
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Nuestra habitación. |
Por la foto anterior habréis deducido que no se trataba de un tren de última generación. Pues todavía no habéis visto lo mejor: el vagón restaurante. ¡Bienvenidos a los años 50!
Aunque habíamos llevado tallarines instantáneos para la cena, decidimos probar la comida del vagón restaurante (los tallarines instantáneos son el demonio, por si no lo sabíais. Tienen 500 calorías y el 100% de la dosis diaria recomendada de sal). C. fue al restaurante a pedir la cena para llevar y nos la comimos en la habitación, justo antes de que subieran en Nanjing nuestras compañeras de cuarto.
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¡Estaba mejor de lo que esperaba! Totalmente comestible. |
A la mañana siguiente, después de varias paradas, frenazos y traqueteos llegamos a Luoyang. Y lo que pasó después
ya lo sabéis.