Madre mía, ¡han pasado cuatro meses desde la última vez que actualicé! No sé qué ha pasado, nunca había tenido el blog abandonado durante tanto tiempo. Bueno, en realidad sí sé qué ha pasado. Ha sido una mezcla de locura en el trabajo desde más o menos abril (cuando se descubrió el pastel de que el proyecto "pequeñito" del que me estaba encargando yo sola necesitaba al menos 3 o 4 personas para poder llevarse al día) y también la sensación de que no tiene mucho sentido seguir escribiendo si este blog supuestamente va sobre China y ahora llevo mucho tiempo fuera de allí. El primer problema se está solucionando, el segundo ahí sigue, pero bueno, escribiré de lo que me apetezca cuando tenga tiempo y ya está.
Total, que ahora tengo un montón de cosas atrasadas por contar. Empezaré por el único viaje internacional que hemos hecho este año (porque ir a comer a Portugal no cuenta, ¿no? xD). En Semana Santa nos fuimos unos días a Londres, aprovechando que C. tenía que ir allí a unas reuniones. Yo pensaba que no podríamos ir, porque los chinos necesitan visado para ir al Reino Unido (aunque tengan tarjeta de residencia en Europa, como es el caso de C.). Piden un buen tocho de papeles, hay que ir a Madrid en persona a solicitarlo y encima cuesta un riñón y parte del otro (si además lo necesitas con urgencia, tienes que sumar una córnea). Para acabar de rematar la faena, ponían la excusa de que ahora el procesamiento era más lento debido a los refugiados de Ucrania (cuando en ese momento en el Reino Unido habían acogido como a 50 refugiados, hay que tener jeta). Pero, contra todo (mi) pronóstico, C. lo consiguió y para allá que nos fuimos a pasar unos diítas.
Lo primero que se nota al llegar a Reino Unido es el Brexit de las narices. Ahora hay que llevarse el pasaporte y si no vas con ningún niño no hay problema porque puedes escanear el pasaporte en las entradas automáticas y pasar rápido. Pero, ay, amiga, como vayas con niños o con pasaportes de fuera de la Unión Europea la has cagao, hablando mal y pronto. A nosotros nos metieron en una cola "especial para familias". Como era en Semana Santa, había un montón de gente pero solo 2 o 3 agentes de fronteras revisando pasaportes. Muy family friendly todo.
Hicimos un turisteo un poco light porque íbamos con el niño y obviamente no lo voy a poner a patearse todos los museos (aunque sí lo hemos llevado a algunos, y si la visita no es muy larga y le explicas las cosas para que le resulte interesante, lo lleva muy bien). Fuimos a ver las vistas típicas del centro, al museo de ciencias, a un barco de la Segunda Guerra Mundial que hay atracado en el Támesis y que se puede visitar por dentro, a Hyde Park, a Chinatown y las icónicas tiendas de Lego y de M&M's (compramos un paquetón de 800 gr que nos ha durado hasta hace un par de semanas). También fuimos a ver un teatro de marionetas que hacen en un barquito amarrado en un canal, pero era a las 3 de a tarde y A. se quedó frito en cuanto que apagaron las luces. Nos hizo un tiempo increíble, no llovió nada y hasta pasamos calor.
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El HMS Belfast, barco de la Segunda Guerra Mundial.
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El barco estaba muy bien conservado y se podían visitar las cabinas, la sala de máquinas, la sala de los torpedos, el puente de mando, etc. Lo que más le gustó a A. fue la cocina porque había unas pantallas con juegos.
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El Chinatown de Londres, lo más cerca que vamos a estar de China este año.
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En Hyde Park.
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Hasta los parques infantiles están petados en Londres. Pensándolo bien, también era un poco como estar en China.
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El precio de los naicha (té con leche y perlas de tapioca) en Europa es para caerse de culo, cuestan el triple que en China, menos mal que los dejé hace tiempo.
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Montar en autobús de dos pisos es una atracción muy entretenida y barata.
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El primer polo de la temporada.
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También aprovechamos para comer comidas "exóticas" que en Cáceres no hay, así que fuimos a un restaurante chino de verdad, a un tailandés, a un georgiano y a Haidilao, que es una cadena de hot pot superfamosa en China. En Londres también es muy popular, había que coger número por anticipado.
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En el restaurante tailandés.
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Hot pot. Estar en este restaurante era como estar en China, salvo por el precio, claro.
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