lunes, 29 de junio de 2020

Intercambio de ropa

¿Os acordáis de la entrada que escribí el mes pasado sobre mi año sin comprarme ropa? Pues sigo en ello, aunque hace poco me compré ropa interior (que ya tenía varias piezas demasiado viejillas) y un bikini (porque los que tengo de la época pre-Baby A. ahora son demasiado provocativos). Pero, aparte de ropa interior, sin haberme comprado ropa exterior, también tengo varias prendas nuevas... ¿cómo es posible?

Resulta que, hace unas semanas, en un grupo de WeChat en el que estoy, varias chicas mencionaron que tenían un montón de ropa en buen estado que ya no se ponían y que querían donar a la caridad. Pero en Suzhou solo hay una tienda que venda ropa de segunda mano donada o la envíe a sitios donde la necesitan, y la dueña de la tienda dijo que iba a dejar de aceptar donaciones de ropa próximamente porque no tenía sitio físico para almacenarla, le costaba muchísimo venderla (en China no se estila nada comprar ropa de segunda mano) y mandar fardos de ropa a zonas remotas donde podrían usarla es muy caro. Total, que se me ocurrió proponer que organizáramos un intercambio de ropa. Bueno, organizar, yo poco, que lo organizaran las jefas del grupo, que siempre están preparando eventos. Yo nunca había ido a un intercambio de ropa pero lo había oído mencionar a algunas chicas extranjeras que viven en Shanghai.

Dicho y hecho, a mucha gente le pareció bien la idea y las organizadoras se pusieron manos a la obra. ¡A las dos semanas tuvimos nuestro intercambio de ropa! Fue en un pub muy popular de Suzhou (al que yo, ejem ejem, nunca había ido...) y participó mucha más gente de la que esperaba. La mecánica era muy simple: cada una llevamos varias prendas que ya no nos poníamos, las expusimos por encima de las mesas del pub y después íbamos mirando lo que otras habían traído y probándonos lo que nos gustaba. Como participó mucha gente (todo mujeres, es un grupo solo de mujeres) había ropa de muchas tallas y estilos. Aparte de mirar ropa, también aprovechamos para charlar con viejas conocidas, conocer gente nueva y tomarnos algo. A mí me da vergüenza decir que llevo 8 años en Suzhou cuando me preguntan porque no conozco a nadie... he sido una antisocial total en lo que a la comunidad extranjera se refiere, jajaja.


Detrás de la cortina azul había un escenario que hizo las veces de probador.


Yo pensaba que no iba a encontrar muchas cosas para mi, pero me equivoqué. Salí del pub aquel con tres faldas, cuatro camisetas y un pijama... más contenta que unas Pascuas. Además, una amiga letona con la que coincidí allí me dijo que ella va mucho a la tienda de ropa de segunda mano y que siempre encuentra cosas molonas, así que tendré que ir a echar un vistazo. Aunque, la verdad, ahora mismo con las nuevas adquisiciones tengo el armario bastante lleno...
Uno de los modelitos nuevos. Camiseta y falda del intercambio de ropa, bolso de segunda mano que le compré a una chica ecuatoriana en otro grupo de WeChat y sandalias heredadas de mi madre (cada vez que voy a España me quiere dar la mitad de su armario).


jueves, 18 de junio de 2020

¿Seré gafe?

Yo no sé qué pasa con esto del coronavirus, pero basta que yo diga una cosa en el blog para que la situación cambie radicalmente.

Por ejemplo, en la entrada anterior, de hace 10 días, escribí: "A día de hoy, me parece que no queda ningún lugar de alto riesgo en toda China".

¿Y qué pasó 4 días después? Que, de repente, hubo un rebrote en Beijing. Llevaban casi 2 meses sin casos nuevos, y ahora en una semana han encontrado 137. Todos los casos están relacionados con un mercado mayorista de productos frescos y se encontraron rastros del virus en una tabla que se usaba para cortar salmón importado. Veo que en las noticias en español dice que se ha recomendado no comer salmón, que en muchos sitios ya no lo venden y que se han desplomado las ventas, pero no sé si será solo en Beijing porque yo estoy mirando en el supermercado online y sigue habiendo salmón, y al mismo precio (caro) de siempre. Yo que quería aprovechar para hacer acopio a precios populares, pero mi gozo en un pozo. De todas formas, si C. me viera comprando salmón le daría un patatús, probablemente. Curiosidad sobre este tema: si escribes "salmón" en Baidu, el Google chino, la primera sugerencia que te da para continuar la frase es "probablemente no tiene la culpa", o sea que se sabe que la recomendación de no comerlo es pura precaución extrema.

El salmón se pregunta: "¿Yo he traído la neumonía? ¿Y dónde leches están mis pulmones?". En chino, a la COVID-19 la llaman "nueva neumonía" y neumonía en chino son los caracteres de pulmón e inflamación.

Este no es un meme chino pero me ha hecho gracia.


Da mucho canguelo esto de Beijing porque demuestra que en cualquier momento y lugar puede haber un rebrote. Si esto ha pasado en un sitio donde llevaban 2 meses sin registrar casos, ¿qué va a pasar en España? Allí la gente está volviendo a la normalidad y se está empezando a hablar de irse de vacaciones, pero se han registrado 4173 casos nuevos en la última semana. 1378 de esos casos se han encontrado en Madrid, una comunidad de  6,6 millones de habitantes, y la desescalada sigue como si nada. En cambio, en Beijing, con 21,5 millones de personas, encuentran 137 casos y vuelven a cerrarlo todo y a tomar medidas. Yo no sé qué queréis que os diga. Es que lo raro sería que no hubiera rebrotes en España.

El rebrote este de Beijing probablemente también provoque que China tarde aún más en abrir las fronteras... a lo mejor ni para Navidades puedo ir a España. Cada vez soy más pesimista con este tema. De momento se sabe que como mínimo hasta octubre no se aumenta la frecuencia de vuelos internacionales. Ahora mismo hay muy pocos y los billetes están carísimos. La hija de un conocido de C. estaba estudiando en Estados Unidos y se tenía que volver porque ya se había graduado y se le acababa el visado. Pues le ha valido el billete la friolera de 80.000 yuanes, más de 10.000 euros.

Lo de la frontera es otro ejemplo de mis tendencias gafes. El lunes 23 de marzo escribí una entrada titulada "Ahora lo peor es volver" en la que hablaba de los tests y la cuarentena que tenían que hacer todos los que llegaran a China desde el extranjero. "China no ha cerrado sus fronteras ni prohíbe la entrada de personas que hayan estado en tal o cual sitio", dije yo. ¿Y qué pasó tres días después, el 26 de marzo? Que China anunció que a partir del 28 de marzo no entraba ni Dios que no tuviera pasaporte chino. Ni residentes de larga duración, ni gente con permiso de trabajo, ni extranjeros con familia en China, ni nada. Todos a tomar por saco, y avisando con solo dos días de antelación. Total, que muchos extranjeros que viven aquí y que estaban fuera en esos momentos, se han quedado fuera y a saber cuándo podrán entrar. Y los que estamos aquí, si salimos no podemos entrar tampoco, claro.


lunes, 8 de junio de 2020

El impacto del COVID-19 en la economía

Vaya título sesudo que me ha salido, ¿no? Pero no, no voy a hacer un análisis del estado de la economía, principalmente porque no tengo ni idea. Lo que sí quería contar son los cambios que estoy viendo en Suzhou estas semanas. Aquí el coronavirus ya está controlado desde hace tiempo y no ha habido nuevos casos en meses, pero mucha gente sigue llevando mascarilla por la calle y para entrar en lugares públicos nos toman la temperatura y tenemos que enseñar un código QR que básicamente demuestra que no hemos estado en lugares con alto riesgo de coronavirus (a día de hoy, me parece que no queda ningún lugar de alto riesgo en toda China).

En Suzhou nunca tuvimos cuarentena forzosa como en Hubei, pero la mayoría de la gente, por iniciativa propia, salió de casa lo menos posible entre el 23 de enero y mediados de marzo. Muchas fábricas y negocios tuvieron que parar. Una de las primeras veces que salí después de que pasara lo gordo fui a un centro comercial de barrio que hay cerca de mi casa. En la planta donde está el supermercado hay una zona con un montón de restaurantes pequeños que sirven comida rápida y a donde suele ir a comer la gente que trabaja por los alrededores. Por cierto, en China comida rápida no son bocadillos o hamburguesas, sino tallarines y arroces con cosas. Durante el coronavirus la mayoría de los restaurantes siguieron trabajando y enviaban a domicilio, algo que desde hace varios años es muy común aquí. Pero ni así han conseguido sobrevivir, porque el día que fui vi que por lo menos un tercio de los restaurantes pequeños de ese centro comercial habían cerrado. Y lamentablemente no han sido los únicos... hace un par de semanas me enteré de que Awfully Chocolate, una pastelería a la que íbamos de vez en cuando, ha cerrado sus dos locales en Suzhou. Ahora las tartas de chocolate decentes más cercanas están en Shanghai...
Adiós, chocolate.


Otros sitios que también han cerrado son el puesto donde vendían taiyaki (pastelitos japoneses en forma de pez) y la heladería que nos caía más cerca de casa y a la que solíamos ir en verano dando un paseo. Allí fue donde Baby A. probó un helado por primera vez.
Adiós, helados. Tengo que ir a ver si la otra heladería a la que vamos a veces sigue abierta, como haya cerrado ya no sé de ningún sitio más donde vendan helado tipo italiano...

Adiós, taiyaki. Este fue el último que nos comimos, en marzo.

Y ayer me di cuenta de que un restaurante de tallarines de nuestra calle también ha chapado y en el local van a abrir un pequeño supermercado. Otro restaurante que había de hot pot cerró hace varias semanas, probablemente por el coronavirus también porque eso de todo el mundo metiendo los palillos en la misma sopa no parecía muy buena idea durante esa temporada, y ahora allí van a abrir un Family Mart (tienda 24 horas tipo 7/11).
El ex restaurante de tallarines, en pleno proceso de transformación.


Vamos, que muchos pequeños negocios, sobre todo de cosas no esenciales, se han ido a la mierda. Por lo menos en China la gente abre y cierra negocios con una facilidad asombrosa y montan otro chiringuito en menos que canta un gallo, pero en España no sé yo cómo va a ir la cosa.
Hace un mes esto todavía era Awfully Chocolate, ahora es una tienda de peluches.