A principios de octubre tuve unos días libres porque eran vacaciones nacionales en China (yo trabajo según el calendario laboral chino), así que nos fuimos a Lisboa. ¡Lo tenemos "al lado" (a la misma distancia que Madrid) pero no vamos nunca! Yo solo había ido una vez en mi vida, cuando tenía 10 años. Lisboa está de moda desde hace un tiempo, ¿no? Había bastantes turistas, sobre todo el lunes y martes, y eso que eran días laborables en todas partes. Nos hizo bastante calor, como si fuera verano todavía. Aparte de Lisboa, también fuimos a Sintra, que está cerquilla, y ahí fue donde nos encontramos con más hordas de gente.
Lisboa tiene unas calles muy monas, y unas "poquitas" cuestas.
Por eso tiene los tranvías, y hasta ascensores para ir de una calle a otra.
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Menuda cola había para montarse en el ascensor este. Pasamos.
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Los tranvías de subida siempre van llenos. Nosotros cogimos el autobús para subir y el tranvía para bajar, así íbamos sin apreturas.
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Lo más típico que hay para ver en Lisboa son... ¡las vistas! Hay muchos miradores y los más famosos suelen estar petados.
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Vista desde el castillo de San Jorge.
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Vista desde un parque cerca del castillo de San Jorge.
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El primer día paseamos por la Plaza del Comercio, subimos a un arco que hay allí (no había apenas gente, dato importante) y fuimos al castillo de San Jorge, que está en lo alto de una colina. Nosotros subimos en autobús, también se puede subir en tranvía o a pata (para los que estén en buena forma y no lleven niños). Hay algo curioso en Lisboa: en todos los sitios turísticos se puede comprar la entrada por internet una vez estás allí, en vez de hacer cola, pero curiosamente la página o internet nunca funcionan. Eso nos pasó en el castillo, y le pregunté a un guardia que por qué no funcionaba. Me dijo que ni idea, pero que dentro había una máquina para comprar la entrada. "¿Y por qué está toda esta gente haciendo cola?". El tipo se encogió de hombros. Total, que al lado de donde se pone todo el mundo a hacer cola para comprar la entrada a la taquillera, hay dos máquinas donde se puede comprar la entrada sin hacer cola.
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El castillo no tiene nada especial, pero los jardines son muy tranquilos y hay pavos reales.
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Otro día fuimos al Pavilhão do Conhecimento, que es el museo de la ciencia, y al oceanario. El museo de la ciencia lo tienen muy bien montado para los niños, hay una sala decorada como un circo con un montón de cosas para probar. Había hasta una cama de faquir, te tumbabas y salían unos pinchos. La probé y la verdad es que daba impresión, jajaja.
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Los niños se quedan alucinados con la parte esta de construir una casa.
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El oceanario está chulísimo. Entre el oceanario y el museo de la ciencia, ya se te va un día entero. También nos montamos en el teleférico ese que hicieron cuando la Expo de Lisboa. ¿Sabéis que es lo que más llama la atención cuando te montas? ¡La cantidad de medusas que hay abajo en el agua!
Otro día fuimos a Sintra, que es un pueblo cerca de Lisboa donde hay palacios y fincas de los antiguos ricachones. Estaba también hasta la bandera. Se nos ocurrió ir en coche, y muy mala idea. Son carreteras de montaña muy estrechas, sin sitio para aparcar y con carteles engañosos. Visitamos la Quinta da Regaleira.
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Torres para arriba.
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Torres para abajo.
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El palacete.
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El último día, antes de irnos, pasamos la mañana por la zona de Belem. La idea era entrar en el monasterio de los Jerónimos, y habíamos comprado ya las entradas y todo, pero había una cola a todo lo largo del monasterio, y eso que las entradas iban por hora. Nos fuimos sin entrar. Dimos un paseo por la torre de Belem y los alrededores y comimos los pasteles de nata, que no pueden faltar. Casi que fue la única comida típica portuguesa que probamos, porque aprovechamos para comer lo que no tenemos por aquí. Fuimos a un tibetano, a un chino, a un japonés, a un libanés... y mira que la comida portuguesa está buenísima, pero al fin y al cabo tenemos la frontera a una hora y podemos ir a jartarnos de platos típicos de allí cualquier fin de semana.
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La torre de Belem. Al lado había un parque lleno de guiris bebiendo en piñas (?).
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Este monumento podría estar en China perfectamente, es muy estilo "el pueblo resistiendo al enemigo". De hecho, en la plaza de Tiananmen hay uno igual.
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Pero lo más sorprendente que vimos en Lisboa fue, sin duda, esto:
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¡Un halcón para ahuyentar a las palomas!
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