viernes, 30 de octubre de 2020

Las mierdas que compra mi marido

 Hace un par de meses fue el cumpleaños del niño. Yo ya contaba con que yo era la que me iba a encargar de los regalos, pero le pregunté a C. por si acaso, no nos fuéramos a juntar con demasiadas cosas. "¿Le vas a comprar algún regalo de cumpleaños al niño?". "Sí", me dijo. "He visto esto". Y va y me manda una foto de un proyector de esos para bebés con estrellitas y música. Me quedé ojiplática. "¿Por qué le quieres comprar eso? ¡Si eso es para bebés y va a cumplir dos años! Por no mencionar que... ¡¡ya tiene TRES proyectores parecidos!!". (Regalos que nos hicieron cuando nació). "Es que este parece muy chulo...". 

Yo no sé qué le pasa a este hombre, pero le da por comprar unas cosas rarísimas. Y lo peor es que las usa dos veces y luego se olvida de ellas, así que tengo la casa llena de mierda que no sirve para nada y ocupa espacio. Y este piso no es que sea grande, ni tampoco tiene mucho espacio para poner cosas. Bueno, arriba tenemos una habitación-trastero, pero tampoco es plan de llenarla de cosas inútiles, ¿no?

Para que os riáis un rato, os voy a enseñar algunas de las cosas que ha comprado C. en sus momentos de locura. ¡A ver qué os parecen!

- El masajeador de rodillas

Parece ser que a C. a veces le duelen las rodillas. Un día le dio por comprar un masajeador de rodillas, que algo que parece como el cacharro de tomar la tensión pero en las rodillas. ¿Servirá para algo? Llamadme incrédula, pero yo lo dudo. O, vamos, si hace algo, no será nada que no se pueda conseguir con una bolsa de agua caliente. Lo usó un par de veces, lo metió en una bolsa de plástico y lo guardó en el aparador del salón... y ahí sigue hasta ahora.



- La cosa para jugar al golf en casa

Otro día apareció con un paquete sospechoso. "¿Qué es eso?", le pregunté. "Es para entrenar al golf". Como el paquete no era muy grande, no le di más vueltas. Hasta que vi la cosa montada... ocupa la mitad del piso de arriba. Es como una tienda de campaña gigantesca. ¿Cuántas veces la ha usado? Menos de 5, yo diría. Y ahí sigue montada desde hace más de 6 meses.

Es eso verde del fondo.


- El coche decorativo

Hay gente a la que le gusta tener objetos decorativos en casa. Bueno, pues a mí no. Yo el espacio lo necesito para poner libros y los juguetes del niño, no para poner cosas que, por muy bonitas que sean, no sirven para nada y además acumulan polvo. Un día apareció C. con este coche de la foto de aquí abajo y me dijo que era un regalo para el hijo de un amigo suyo. Ese niño tenía en aquel momento unos dos años y este coche claramente no es un juguete, y así se lo dije. Total, que el coche acabó en nuestra estantería cogiendo polvo. Hasta que hace unas semanas me harté (porque no tengo espacio para poner los juguetes de A.) y le dije a C. que iba a regalar ese coche en un grupo de WeChat de cosas gratis. Así que se espabiló y lo puso a la venta en Xianyu, que es como Taobao pero para vender cosas de segunda mano. Tuvo suerte y se lo compraron muy rápido, y por un buen precio.

Este era el coche.


En realidad C. está bastante enganchado a la app de vender cosas de segunda mano. Ahí ha vendido bastantes cosas que nos regalaban y que no queríamos, y también piezas de tuning del coche que tenía antes, y ha sacado unos 30.000 yuanes hasta ahora. A ver si consigo que venda la cosa de jugar al golf y el masajeador de rodillas...




viernes, 16 de octubre de 2020

Visita a Ningbo

Hacía mucho tiempo que no viajaba por China durante unas vacaciones nacionales. Hacerlo es muy peligroso, porque todos los sitios están petados de gente. Pero este año teníamos 8 días, viajar al extranjero no era factible (¿volverá a serlo alguna vez?) y no era plan de quedarse en casa todo el rato. Tras mucho pensar, porque hay millones de sitios a los que quiero ir (pero preferiblemente no durante unas vacaciones nacionales), me decidí por Ningbo. ¿Por qué? Pues porque está cerca y porque nunca había ido. No había otro motivo, jajaja.

Ningbo es conocido por ser un puerto de carga muy importante. Vamos, es que yo al menos no sabía nada más. Entre los chinos es famosa más que nada por el marisco, pero resulta que también tiene algunos sitios interesantes para visitar y es una de las ciudades más antiguas de China. También tiene muchas montañas por los alrededores y parece que es un buen sitio para excursiones de naturaleza. Pero eso ahora mismo con el niño no es buen plan, así que nos quedamos en el centro de la ciudad. Me dio la impresión de que había muchísima gente joven y bastante marcha en Ningbo. ¡¡A las 9 de la noche todavía había gente por la calle!! En Suzhou son como las gallinas y se recogen muy temprano.

Fuimos en coche y no había mucho tráfico porque Ningbo no queda en la dirección de ningún sitio turístico famoso. Llegamos por la tarde y nos dio tiempo a ver la catedral (que tenía códigos QR en las huchas de las ofrendas, porque en China ya nadie lleva efectivo y todo el mundo paga con el móvil), un antiguo banco de cuando Ningbo era uno de los centros económicos del país (solo por fuera, estaba cerrado por reformas), otra iglesia católica y la zona del Bund viejo, donde había muchísimos bares y un restaurante italiano en el que cenamos y me parecía estar en Europa (tanto por la decoración en sí como por el hecho de que tardaron muchísimo en servirnos la pizza; en China suelen servir todos los platos muy rápido o la gente se empieza a quejar a voces).

La catedral de Ningbo.

 La plaza en la zona comercial.


 
Otra iglesia católica. Las banderas son por la fiesta del día nacional.


El segundo día estuvo lloviendo todo el rato, así que fuimos al museo. Había una cola larguísima pero fue rápida la cosa, solo tardamos unos 15 minutos en entrar. Era gratis pero había que registrarse en WeChat, y los extranjeros tenían que rellenar también un formulario a la entrada. Ahí, discriminando. Otra cosa en la que Ningbo discrimina a los extranjeros es que no podemos pagar con el móvil en los autobuses. ¿¿Por qué?? ¡¡Ah, quién sabe!!

El museo de Ningbo.


El tercer día fuimos a ver un parque que hay en el centro de la ciudad. Era muy chulo, los parques chinos siempre molan. Había un lago donde se podían alquilar barcas de pato, casas antiguas (en una de ella vivió Chiang Kai-Sek) y unos columpios donde tuvimos que parar un rato, por el niño. Cerca del parque estaba el monumento más famoso de Ningbo, Tianyige o la biblioteca privada más antigua de China. Más que una biblioteca parecía los jardines de Suzhou, era del mismo estilo.

El lago del parque.


El último día, ya de camino de vuelta a Suzhou, visitamos un antiguo templo que ahora es un museo de arquitectura tradicional. Estaba en lo alto de una colina y había que subir escaleras. ¡Baby A. las subió y bajó todas solito! Arriba había el típico estanque de los templos, y la comida para los veces la vendían en las máquinas esas de bolas que suelen tener juguetitos para los niños.

Las escaleras.

Dando de comer a los peces.


Y nada, ¡esas fueron nuestras vacaciones! Ningbo me pareció una ciudad en la que se puede vivir, lo que no se puede decir de todas las ciudades de China, jajaja.