Hoy viene en El País Semanal (¡sí! ¡estoy en España!) un artículo titulado "China contra el mundo" que trata sobre la censura en internet. El subtítulo es: "El país más beneficiado por la globalización de las mercancías lucha contra la globalización de la información". El artículo es un poco meh porque empieza describiendo a un viajero que llega al aeropuerto de Shanghai, se conecta al wifi, intenta entrar en Facebook o Gmail, no lo consigue y se sorprende mucho. Pero, a ver, hombre de dios, ¿es que vive debajo de una piedra? Cuando alguien viaja a China (o a cualquier otro sitio, vamos), lo primero que hace es buscar un poco de información en internet, digo yo, y el detallito de la cantidad de páginas web extranjeras a las que no se puede acceder no tardará mucho en aparecer.
Es curiosa la censura de internet en China. Justo ayer me estaba riendo porque en el WeChat oficial del periódico China Daily publicaron un artículo sobre una dibujante de cómics que es famosa en Instagram. Y mencionaban Instagram, claro. Aplicación a la que no se puede acceder en China desde septiembre de 2014, cuando la bloquearon de repente. Me acuerdo de ese día porque yo acababa de empezar a usar Instagram hacía unos pocos meses y de pronto esa mañana ya no se podía actualizar y salía una carita triste en el feed.
Facebook y Youtube llevan más tiempo censurados, pero también lo viví en mis carnes porque ya estaba en China. Uno lo censuraron en 2008 y el otro en 2009. Uno fue (supuestamente) por la publicación de unos vídeos de protestas, violencia policial o algo parecido en Xinjiang, y el otro por lo mismo pero en Tibet. No me acuerdo cuál era cuál. Google (con todos sus servicios, incluyendo Gmail y Blogger) fue detrás unos años después. En todos los casos, el motivo oficial siempre es que "estas empresas extranjeras no cumplen con las leyes chinas". Es decir, que no censuran ciertos contenidos.
Saltarse la censura es tan fácil que casi parece como si al gobierno chino no le importara mucho que en realidad puedas usar una triquiñuela para acceder a Facebook y ver vídeos de gatos y artículos estúpidos compartidos hasta la saciedad. En realidad, ya consiguieron su principal objetivo: que la mayoría de los chinos usen programas chinos. ¿Para qué iban a tomarse la molestia de entrar a Facebook o Instagram cuando todos sus amigos publican sus novedades en WeChat?
El uso de los VPNs está en un territorio así como gris. Oficialmente no es legal (lo cual significa que China Daily, periódico del partido, está quebrantando la ley ya que tiene una cuenta oficial muy activa en Facebook), pero hasta hace poco no se había hecho nada para evitar su uso. Hace unas semanas se retiraron las aplicaciones de VPN de la App Store de Apple (lo que me extraña es que antes estuvieran allí tan tranquilas) y metieron a un señor en la cárcel por vender VPNs (más me extraña que los estuviera vendiendo desde China, normalmente se venden desde el extranjero). También un medio extranjero publicó que a partir de febrero de 2018 el gobierno impediría el uso de VPNs obligando a los proveedores de internet a cortar el acceso a quienes los utilizaran. Esto me extraña más aún que todo lo anterior junto, porque normalmente cuando el gobierno chino hace algo no lo anuncia con más de medio año de antelación. Lo hace y punto y te enteras cuando intentas entrar a Instagram y no se actualiza, como me pasó a mí.
La censura en internet solía ser temporal. Cuando yo llegué a China, en 2006, Wikipedia y la BBC estaban bloqueadas. Al poco tiempo dejaron de estarlo. Pero el bloqueo a las redes sociales occidentales va ya para 10 años y no tiene pinta de que se vaya a levantar, por mucho que Mark Zuckerberg esté aprendiendo chino y vaya a reunirse con el gobierno cada dos por tres. A menos que acepte censurar ciertas cosas y compartir la información de los usuarios con el gobierno cuando se lo pida (esto no sé si lo están haciendo ya en Estados Unidos).
Ah, ¿y sabéis que la web del periódico El País también está bloqueada? No recuerdo si fue en 2013 o en 2014, pero sí el motivo: publicaron un reportaje que daba cuenta del enriquecimiento de la familia de Wen Jiabao, el anterior primer ministro, durante su mandato.
Y así están las cosas.