Sigo con mi propósito de Año Nuevo de leer al menos un libro cada mes. Ya sé que es muy poco pero no tengo tiempo para más, a menos que aproveche los 45 minutos del bus de la oficina a casa para leer (creo que me marearía).
El libro que he leído este mes y que adquirí en Hong Kong no sin preocupación por si me lo confiscaban en la frontera, es este:
En el que un señor americano que trabaja (o trabajaba, no sé) como intermediario entre importadores estadounidenses y fábricas chinas cuenta sus aventuras. Después de más de un año trabajando aquí no me han cogido por sorpresa, así que le digo a J. (mi compañero de trabajo) para consolarle que no es que nos hayan tocado los peores proveedores de China, que más o menos todos son así (especialmente si buscas lo más barato del mercado). Retrasos en los envíos, calidad de mierda, lotes enteros que no cumplen con las especificaciones... son el pan de cada día. Igual que en "Poorly made in China" el proveedor de champús cambia sin previo aviso la fragancia y dice que "Pero si esta también huele bien", a mí el proveedor me dice que "aunque estas maderas no son del color aprobado por tu cliente también sirven, al fin y al cabo es madera, no?" (y lo peor es que nuestra responsable de compras se pone de parte del proveedor. Porque devolver un cargamento es un problema para ella, claro).
Hay una frase en el libro que me parece que refleja muy bien la realidad de trabajar con fabricantes chinos: "Factories did not see an attention to quality as something that would improve their business prospects, buy merely as a barrier to increased profitability".
Relacionado con este tema se podría hablar del hecho de que los chinos que pueden permitírselo no compran cosas fabricadas por marcas chinas porque no confían en la calidad. Desde productos alimenticios (normal que no confíen en la calidad, si aproximandamente cada semana salta un escándalo), hasta móviles (no sé cómo empresas como Huawei o ZTE sobreviven, si no he visto a un solo chino que compre sus aparatos), pasando por los coches. Cuando hay alguna pelea patriótica con Japón se vuelcan todos los coches de marca japonesa que haga falta, pero la realidad es que un chino se compra antes un coche japonés que uno chino. Lo de practicar el patriotismo comprando producto nacional no se lleva aquí.
El libro que he leído este mes y que adquirí en Hong Kong no sin preocupación por si me lo confiscaban en la frontera, es este:
En el que un señor americano que trabaja (o trabajaba, no sé) como intermediario entre importadores estadounidenses y fábricas chinas cuenta sus aventuras. Después de más de un año trabajando aquí no me han cogido por sorpresa, así que le digo a J. (mi compañero de trabajo) para consolarle que no es que nos hayan tocado los peores proveedores de China, que más o menos todos son así (especialmente si buscas lo más barato del mercado). Retrasos en los envíos, calidad de mierda, lotes enteros que no cumplen con las especificaciones... son el pan de cada día. Igual que en "Poorly made in China" el proveedor de champús cambia sin previo aviso la fragancia y dice que "Pero si esta también huele bien", a mí el proveedor me dice que "aunque estas maderas no son del color aprobado por tu cliente también sirven, al fin y al cabo es madera, no?" (y lo peor es que nuestra responsable de compras se pone de parte del proveedor. Porque devolver un cargamento es un problema para ella, claro).
Hay una frase en el libro que me parece que refleja muy bien la realidad de trabajar con fabricantes chinos: "Factories did not see an attention to quality as something that would improve their business prospects, buy merely as a barrier to increased profitability".
Relacionado con este tema se podría hablar del hecho de que los chinos que pueden permitírselo no compran cosas fabricadas por marcas chinas porque no confían en la calidad. Desde productos alimenticios (normal que no confíen en la calidad, si aproximandamente cada semana salta un escándalo), hasta móviles (no sé cómo empresas como Huawei o ZTE sobreviven, si no he visto a un solo chino que compre sus aparatos), pasando por los coches. Cuando hay alguna pelea patriótica con Japón se vuelcan todos los coches de marca japonesa que haga falta, pero la realidad es que un chino se compra antes un coche japonés que uno chino. Lo de practicar el patriotismo comprando producto nacional no se lleva aquí.