¡C. y yo estamos en España! Nos hemos cogido una semana de vacaciones, más la semana del Año Nuevo Chino. De momento hemos estado en Madrid y en Cáceres.
C. nunca había pasado tanto tiempo en un avión pero lo llevó muy bien. El aeropuerto de Estambul se está quedando bastante pequeño para la cantidad de gente que hace escala allí. Hicimos cola durante unos 40 minutos para pasar el control de seguridad (que alguien me explique por qué hay que pasar el control de seguridad en el aeropuerto de escala. ¿Por si acaso me he fabricado una bomba casera en el avión con los restos de la cena?).
El primer día C. ya observó algunas diferencias entre China y España:
- En España hay una cosa colgada de la pared que mágicamente calienta la habitación: ¡es un radiador! ¡En las casas se está más calentito que en la calle! ¡Es MAGIA!
- Es complicado averiguar cómo tienes que meterte en la cama: en China hay un edredón con su funda y ya está. En España hay una colcha y luego mantas y sábanas tan bien remetidas que ni sospechas que tienes que abrirlas y meterte en medio. ¡C. se metió entre la colcha y la manta! Teniendo en cuenta que esto también le pasó a un japonés que vino una vez a mi casa, sugiero a los hoteles españoles que pongan un pequeño cartelito con instrucciones explicativas de cómo meterse en la cama para los turistas orientales.
- En algunos bares y restaurantes, las puertas de los aseos están marcadas con una C y una S. Nada más. Ningún dibujito indicativo. Evidentemente alguien que no sepa español no sabe dónde tiene que entrar y lo más probable es que se quede esperando un rato a ver quién sale por cada puerta. Además, C. dice que los urinarios están más altos que en China y se tiene que poner de puntillas para mear. ¡Y eso que no es bajo precisamente!
- En el autobús hay que darle al botoncito de stop si quieres bajarte. En China normalmente el conductor para en todas las paradas porque siempre hay gente que va a subir o bajar. En caso de duda simplemente gritará: "¿Alguien va a bajar en la próxima?", a lo que tú tendrás que responder también a voces o no parará.
- Hay cosas viejas que se han mantenido así desde hace mucho tiempo y no se han tirado abajo para volverlas a construir desde cero. Los monumentos turísticos no huelen a recién pintado.
- Y el cielo es... ¡azul!
C. nunca había pasado tanto tiempo en un avión pero lo llevó muy bien. El aeropuerto de Estambul se está quedando bastante pequeño para la cantidad de gente que hace escala allí. Hicimos cola durante unos 40 minutos para pasar el control de seguridad (que alguien me explique por qué hay que pasar el control de seguridad en el aeropuerto de escala. ¿Por si acaso me he fabricado una bomba casera en el avión con los restos de la cena?).
El primer día C. ya observó algunas diferencias entre China y España:
- En España hay una cosa colgada de la pared que mágicamente calienta la habitación: ¡es un radiador! ¡En las casas se está más calentito que en la calle! ¡Es MAGIA!
Vale, en el norte de China también hay, pero en Suzhou no. |
- Es complicado averiguar cómo tienes que meterte en la cama: en China hay un edredón con su funda y ya está. En España hay una colcha y luego mantas y sábanas tan bien remetidas que ni sospechas que tienes que abrirlas y meterte en medio. ¡C. se metió entre la colcha y la manta! Teniendo en cuenta que esto también le pasó a un japonés que vino una vez a mi casa, sugiero a los hoteles españoles que pongan un pequeño cartelito con instrucciones explicativas de cómo meterse en la cama para los turistas orientales.
O también pueden dar pistas y dejar abierta una esquinita. |
- En algunos bares y restaurantes, las puertas de los aseos están marcadas con una C y una S. Nada más. Ningún dibujito indicativo. Evidentemente alguien que no sepa español no sabe dónde tiene que entrar y lo más probable es que se quede esperando un rato a ver quién sale por cada puerta. Además, C. dice que los urinarios están más altos que en China y se tiene que poner de puntillas para mear. ¡Y eso que no es bajo precisamente!
No hace falta que sean tan finolis como en Taiwan, donde al aseo lo llaman "cuarto de maquillarse", pero un dibujito indicativo no estaría mal. |
- En el autobús hay que darle al botoncito de stop si quieres bajarte. En China normalmente el conductor para en todas las paradas porque siempre hay gente que va a subir o bajar. En caso de duda simplemente gritará: "¿Alguien va a bajar en la próxima?", a lo que tú tendrás que responder también a voces o no parará.
¡Guau! ¡Asientos libres en el autobús! |
- Hay cosas viejas que se han mantenido así desde hace mucho tiempo y no se han tirado abajo para volverlas a construir desde cero. Los monumentos turísticos no huelen a recién pintado.
- Y el cielo es... ¡azul!